Nada de mostrar hombros y piernas. Todo debía ser glamur y así fue. Las nuevas reglas de las famosas carreras de caballos en Ascot fueron tan inquebrantables, y aunque parecía ser una imposición innecesaria, todos acataron la orden y llenaron de distinción el hipódromo.
La reina Isabel encabezó el evento social de cada año en Londres, donde se congrega desde hace 300 años, la crema y nata de ese país con invitados excepcionales que tienen que ser de la aristocracia y la monarquía.
“Los visitantes deben ser conscientes de que Ascot no es una discoteca”, dijeron los organizadores del evento, y por ello muchas cosas cambiaron, pero no incomodaron a nadie,
Normativa
Las nuevas reglas de vestuario impuestas por la directiva de Ascot prohibieron en el recinto real las faldas por encima de la rodilla y los clásicos tocados de plumas y flores que tanto ha contribuido a poner de moda Catalina de Cambridge. No se permitieron vestidos sin tirantes ni llevar descubierto el ombligo. Por si acaso, se regalaban pashminas (delicados lienzos de tela).
Para los hombres fue obligatorio vestir traje negro o gris con chaleco, corbata, sombrero de copa negro o gris y zapatos negros. Los pañuelos, sin embargo, han sido proscritos.
Aunque todo parecía ser una edición perfecta, la lluvia llegó pero no opacó la prestancia que Ascot representa para Inglaterra. Pero el cielo nublado pasó a un segundo plano cuando aparecieron los padres de la duquesa de Cambridge, Carole y Michael Middleton. El matrimonio llegó invitado por la familia real británica y vio las carreras en el palco vip.