25/04/2024
02:29 AM

Pasos en la oscuridad

Paulo le siguió los pasos a su mujer y descubrió la amarga realidad... ella le era infiel.

    Paulo Emilio M. había rentado una casa en el barrio La Cabaña de la ciudad capital, vivía solo, pues recién se había divorciado de Maribel su exesposa, no habían procreado hijos y sus relaciones con la mujer fueron efímeras.

    Ella, siendo casada, mantenía amores a escondidas con un hombre llamado Amílcar. Los chismes no se hicieron esperar, Paulo le siguió los pasos a su mujer y descubrió la amarga realidad, ella le era infiel. Sufrió mucho porque la amaba con toda su alma; la traición le partió el corazón. Para ella el divorcio no la impresionó, su amante le había prometido tenerla en un altar y complacerla en cada cosa que le pidiera. Habían pasado seis meses de la cruel separación, Paulo cumplía con su trabajo como de costumbre, se había convertido en un hombre solitario, de su trabajo a la casa, encendía el televisor o leía un libro hasta que se sentía cansado y se dormía. A Maribel no le había ido nada bien con Amílcar, él le alquilo un pequeño departamento donde la dejaba sola, dizque por razones de su trabajo, y al final descubrió que era un hombre casado; de esposa pasó a convertirse en amante.

    Como estaba perdidamente enamorada de él al principio no sintió nada, pero con el correr de los días Amílcar la dejaba abandonada durante varios días, en los que ella lloraba arrepentida por haber provocado el divorcio con un hombre que la amaba de verdad. A las tres de la mañana Paulo Emilio se despertó sobresaltado, vio en sueños a su exesposa cubierta de sangre con una risa perversa, luego ella abrió una puerta y se perdió en la oscuridad. Ante aquel terrible sueño, desde su trabajo preguntó a un amigo si había visto a su exesposa, en pocos minutos recibió la respuesta: “Nadie sabe nada de ella Paulo, desde que se fue con aquel hombre no sabemos dónde está”.

    El marido frustrado sentía que amaba todavía a Maribel, colocó el teléfono en su lugar y pensó: “Seguramente se la llevó fuera de la ciudad, vale más porque así tengo la seguridad de no volverla a encontrar en mi vida”.

    Una noche, mientras hojeaba el periódico, sintió pasos dentro de su casa, sacó un revolver de una gaveta y pensando que era un ladrón trató de caminar sin hacer ruido, escuchaba los pasos firmes por el área de la cocina, y hacia allá se fue.

    Aquellos pasos en la oscuridad de la cocina se perdieron cuando Paulo ingresó a ese lugar, sintió que un escalofrío recorrió su cuerpo, apretó con fuerza la pistola regresando a la sala con mucha cautela, afuera se escuchaba el aullido de los perros. De nuevo retomó la lectura del periódico sentándose en un cómodo sillón, por su mente pasaban los recuerdos de su matrimonio, cómo había conocido a su exesposa los días felices y todos esos sentimientos que ocasionalmente regresaban a su mente. Pasaron las horas... se quedó dormido. Despertó al escuchar lamentos afuera de su casa. “Posiblemente han asaltado a una mujer”, pensó, “será mejor mantener las puertas y ventanas cerradas”. Cerró la ventana principal, corrió las cortinas y una fuerte ráfaga de viento abrió la ventana de par en par golpeándole el rostro, en ese mismo instante escuchó más fuerte el lamento de la mujer, presuroso cerró de nuevo la ventana con doble pasador. Los lamentos desaparecieron y de nuevo vino la calma.

    Al siguiente día vio en los periódicos la noticia del asesinato del hombre llamado Amílcar, era el mismo que le había arrebatado el amor de su mujer, entre otras cosas se informaba que el cadáver había sido encontrado en un apartamento donde supuestamente vivía con su amante, pero no daba detalles sobre el paradero de Maribel.

    Al llegar la noche, Paulo apagó el televisor, fue a su cuarto y se acostó; cuando se estaba quedando dormido, entre el sueño y la vigilia tuvo una visión, era de nuevo Maribel con su rostro ensangrentado, pero esta vez le habló:

    “Perdóname Paulo, mi cuerpo está enterrado detrás del apartamento donde vivía.

    La esposa de Amílcar, ella pagó a dos hombres para que nos asesinaran; que ella no se quede sin el castigo de las leyes”. Acto seguido, la visión desapareció. Al día siguiente informó a la policía de lo que había sucedido, las autoridades habían capturado a los dos asesinos, sin embargo no sabían quién les había pagado para cometer el doble crimen. El cadáver de Maribel fue encontrado en el lugar que ella indicó. Los pasos y los lamentos fueron las primeras señales que recibió Paulo del fantasma de su exesposa.

    El jefe de policía manifestó que él sí creía en los mensajes del más allá. No vaciló en seguir los dictados de aquel sueño de Paulo, que les llevó a la solución del doble asesinato. La responsable cumple hoy una larga condena. De nuevo Paulo escuchó pasos en la oscuridad y los tomó como una despedida de Maribel.