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Docencia, un gran legado de la familia Rodríguez

  • 17 septiembre 2011 /

Los cuatro hijos de los profesores Carlos Rodríguez y María Interiano siguieron su ejemplo e imparten el pan del saber. ¡Feliz día del maestro!

    “Los maestros que queremos la profesión debemos mirar más en pro de los niños, de los jóvenes; no preocuparnos sólo por nuestros propios intereses económicos. Tiene que haber dedicación, fe y amor hacia el trabajo”, dice la profesora Isabel Cristina Rodríguez, quien lleva 14 años laborando en la escuela Luis Ernesto Kelly de la colonia Pradera.

    Sus principios están cimentados en la enseñanza que recibió de su gran familia de maestros, pues su padre Carlos Rodríguez y su madre María Cristina Interiano, ya fallecida, se deleitaron educando a cuanto niño necesitaba de sus conocimientos porque ambos pasaron la mayor parte de sus vidas frente al pizarrón. Sus tres hermanos también siguieron los pasos de sus padres.

    Orgullosos de ser maestros

    El amor entre don Carlos y María Cristina floreció justamente en las aulas de clases, cuando ambos eran estudiantes en Santa Bárbara, concluyeron sus estudios y se graduaron como docentes sin imaginar que el fruto de su amor, que son sus cuatro hijos, también traerían en las venas el arte y la pasión de enseñar.

    Ellos son Carlos Jesús Rodríguez, quien imparte clases de ciencias naturales en la Normal de Santa Bárbara; José Francisco Rodríguez es ingeniero y docente de la Escuela Normal Centroamérica y de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en Comayagua; además de Isabel Cristina y José Luis Rodríguez, quienes imparten clases en esta ciudad.

    “Mi esposa se encargó de criarlos porque yo no quise entrometerme, y ninguno de los dos influimos para que los cuatro fueran maestros, todo fue por cuenta de ellos”, dice don Carlos Rodríguez, un maestro jubilado que laboró 39 años. Su capacidad, esfuerzo y dedicación lo hicieron escalar posiciones dentro del magisterio, pues comenzó de auxiliar de maestro, docente titular, director de escuela, hasta llegar a dirigir la Departamental de Educación.

    En su larga trayectoria, el profesor Carlos recuerda que en reiteradas ocasiones se sacó cincuenta centavos de su bolsillo a fin de que ningún niño se quedara sin el pan del saber por falta de útiles.

    A su mente vienen recuerdos de cuando entre sus compañeros compraban escobas, lápices y hasta papel empaque para elaborarles cuadernos a los niños que no tenían.

    “En mis tiempos, que era doble jornada, si teníamos que quedarnos una hora más con un niño que tenía problemas de aprendizaje lo hacíamos con todo amor, porque sabíamos que era nuestro deber”, comenta.

    “Cuando uno se apasiona por lo que hace lo demuestra y pienso que el maestro no sólo debe ser de aula, sino de pasillo, de cafetería, con esto me refiero a que no debe ser educador por cuatro horas, sino a tiempo completo”, enfatiza el profesor José Luis, graduado de licenciado en Informática en la Universidad Pedagógica. Él imparte clases de computación y matemáticas en el Intae.

    Estos tres docentes concuerdan en que las características de todo profesor es tener amor por lo que hace, por sus alumnos; se debe inspirar confianza en sí mismo, en lo que sabe, para brindar una clase de calidad.

    A rescatar los valores

    La profesora Isabel aduce que como persona, mujer y maestra, ella, al igual que todos los docentes, ejercen mucha influencia en los escolares y uno de sus trabajos es brindarles consejos, inculcarles día a día el amor, dignidad, valores morales y a respetar a los demás.

    “Hay mucho que hacer, la tarea es grande y no se debe perder el diálogo entre maestros, padres de familia y niños para fomentar los valores, todavía hay tiempo”, dice.

    “Urge que desde el hogar los padres no descuiden a sus hijos y fomenten el valor de la vida; así a los educadores les será más fácil continuar con esta tarea”, concluye el profesor Carlos Rodríguez.