Con el correr de los meses nadie se interesó en alquilar aquella casa que poco a poco se fue deteriorando, hasta quedar sus ventanas cubiertas de telarañas. Los vecinos de la colonia donde estaba ubicado el referido inmueble jamás se imaginaron lo que ocurriría cuando un día llegaron unos hombres en un vehículo, se bajaron, abrieron la puerta principal de la casa y penetraron, al cabo de una hora salieron y emprendieron la marcha.
Dos días más tarde un equipo de albañiles y un ingeniero llegaron al lugar y comenzaron la limpieza y reparación del viejo edificio, en quince días estaba habilitado nuevamente, lo había adquirido una empresa fuerte, todas las oficinas fueron organizadas meticulosamente, se colocaron alarmas y un circuito cerrado de televisión con acceso a una pantalla grande que sería supervisada por el jefe de los guardias.
Los empleados de la compañía llegaban puntualmente a las ocho de la mañana y salían a las cinco de la tarde. Todo marchaba bien hasta que una noche el jefe de seguridad vio por la pantalla a las once de la noche la imagen de un hombre bien vestido, de bigote, que como si lo estuviera mirando se sonrió, el vigilante identificó que era en el tercer piso donde las cámaras habían ubicado al hombre, inmediatamente por un intercomunicador alertó a tres guardias más y todos se fueron directo al mencionado piso, sobre una silla estaban un saco y un sombrero pero no había nadie.
Buscaron en todo el edificio y regresaron a la pantalla del monitor para ver si descubrían algo más. Las cámaras instaladas aproximadamente a las doce y media de la noche captaron algo, uno de los guardias gritó señalando la pantalla... miren ahí está ese desgraciado. Increíblemente se trababa del mismo hombre que había visto el jefe de seguridad, desde el piso tercero los saludó con su peculiar sonrisa. El jefe era un hombre experimentado y dijo a sus subordinados, que nadie se mueva no nos vamos a exponer a lo del desconocido, esto es algo sobrenatural. Acababa de hablar cuando se fue la energía eléctrica, instintivamente todos tocaron sus pistolas. Diez minutos después se encendieron los focos del edificio, nadie hizo ningún comentario y todos obedecieron las órdenes de su jefe.
Todos los involucrados guardaron silencio, no le comunicaron a nadie lo sucedido. Dos empleadas fueron juntas a los baños cuando les cerraron la puerta desde adentro, ellas tocaron y hablaron para que les abrieran sin ningún resultado y cuando se retiraban, la puerta se abrió sola, adentro no había nadie, alarmadas corrieron la voz entre sus compañeras y una de ellas dijo, hace dos días cuando yo estaba en el baño le dieron vuelta a la palanca de todos los servicios y cuando salí no vi a nadie, eso me confundió, algo sucede en este edificio. Un contador manifestó que él iba a encender la computadora y le corrieron la silla en el instante que se iba a sentar.
Las mujeres cada vez que iban al baño se hacían acompañar de un varón hasta la puerta solo así se sentían seguras, aquellos sucesos sobrenaturales fueron comunicados al gerente general quien se rió a carcajadas.
No sé si es que mis empleados están quedando locos o alguien se divierte haciéndoles bromas, por lo menos en mi oficina no he visto ni la cara de un payaso. Un día todos los empleados habían salido, solo quedan los guardias de seguridad monitoreando el edificio. Eran las ocho de la noche cuando el gerente regresó al edificio, había dejado olvidados unos documentos que revisaría.
En la oficina, el gerente abrió las gavetas de su escritorio cuando comenzó a sentir frío fue al baño a lavarse las manos y mientras abría la llave alguien le dio vuelta a la palanca del servicio, luego sintió que susurraron su nombre en el oído, visiblemente nervioso tomó los documentos, los metió en el maletín y salió de la oficina espantado, cuando bajaba las gradas del tercer piso encontró a dos guardias de seguridad... jefe... estábamos monitoreando su oficina, vimos cuando entró al baño, pero... había un hombre de bigote sentado en su escritorio.
Al siguiente día llevaron a un sacerdote para que orara y ahuyentara los malos espíritus o las almas en pena que ahí habitaban, posteriormente el gerente fue informado que en ese edificio se habían suicidado dos personas, una de las empleadas llevó un pastor de la iglesia evangélica para que también orara por los difuntos y alejara a los demonios que tanto miedo les habían causado. Quiero decirles que dos meses después cambiaron de local, el edificio está así, solo después de conocer lo sucedido nadie lo quiere alquilar, se asegura que por las ventanas han visto, desde afuera, el rostro de una mujer y de un hombre en horas de la noche.