19/04/2024
07:47 AM

Mario Castillo, aferrado a los pinceles

El célebre pintor sampedrano lucha contra el cáncer sin dejar su gran pasión: la pintura.

    Esas blancas manos que con el suave vaivén de los pinceles han creado hermosas pinturas se resisten a dejar de trabajar. No es fácil. El gran maestro ha pasado toda una vida entre colores, lienzos e inspiración, y hoy, una grave enfermedad lo abate pero no lo vence, y tampoco ha dejado de hacer lo que tanto ama: pintar.

    Mario Castillo, el mejor retratista de Honduras según la crítica, adolece de un mal, pero no se ha dado por vencido porque a sus 79 años, pinta mejor que nunca y su inspiración nace de la inquebrantable fe que día a día irradia a los que lo rodean.

    Es un orgulloso sampedrano que nació un 8 de diciembre de 1932 en un hogar de seis hermanos y junto a sus padres Ángela Cárcamo y Matías Castillo. Es una gran historia que hoy, Vivir en Rosa se la cuenta para que usted conozca de un personaje que ha hecho no sólo historia en la plástica nacional con su autodidacta talento, sino también porque es un ícono de la pintura hondureña.

    Pasión y oportunidad

    Mario Castillo nació para ser grande y el paso del tiempo demostró que lo es. Sus primeros dibujos los realizó cuando cursaba el cuarto grado en la escuela Lempira. Su madre era la musa de los prometedores trabajos con los que este emblemático artista inició su carrera.

    Esos ejercicios plásticos los hizo explorando diversas técnicas como la mixta, ya que mezclaba lápiz con acuarelas dando resultado fantásticos lienzos.

    Tras culminar la primaria se mudó a Tegucigalpa donde egresó del Instituto Central de Varones y al poco tiempo, la pasión por la pintura lo llevaron a conocer gente que creyó en él y lo apoyaron en su anhelo por cultivar con estudios, el increíble arte de la pintura.

    Uno de ellos fue el maestro Jean Batiste Delagis quien le ayudó en todo. Le gestionó una beca para estudiar la licenciatura en pintura en la Academia de Bellas Artes en Roma, Italia, y en 1956, gracias a que el recordado mandatario Juan Manuel Gálvez costeó sus estudios de arte, logra graduarse con éxito.

    Durante su estadía en Roma, conoce a quien es hasta hoy, el amor de su vida y su gran apoyo: su amada esposa Isabel Salgado, quien curiosamente estudiaba para convertirse en soprano lírico ligero en esa misma ciudad europea. De hecho, Mario Castillo la pintó cuando era joven, siendo ésta la primera obra que realizó cuando aún era estudiante.

    En 1957 regresa a Honduras e ingresa como docente a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde un año después es nombrado subdirector y seis años más tarde, se convierte en el director de esta institución.

    Pero en ese proceso de vida artística, Mario, ya casado con Isabel un 15 de septiembre de 1954, había trabajado incansablemente en obras que más tarde eran expuestas y eran sensación entre los que sabían de verdadero arte en esa época.

    Vida entre ángeles

    Poco a poco, el hombre de arte, culto, educado, prudente y feliz, se volvía famoso día a día, porque sus obras enamoraban y eclipsaban hasta al más exigente.

    Mario ya se había decantado por el tema de los ángeles para plasmarlos en lienzos con su distintivo e inconfundible tono marrón, que siempre ha dado vida a sus obras. Estaba en plena ebullición artística, explorando diversas técnicas y etapas que aprendió a manejar al dedillo.

    Pasó por el cubismo, el impresionismo, el expresionismo, los retratos, que los hace perfectos según los expertos, hasta llegar a los famosos ángeles que se convirtieron en su fuente de inspiración y que actualmente lo han convertido en un referente mundial de este estilo.

    Al admirar la obra de Castillo, se aprecia un claro concepto de arte y expresión por la belleza de la humanidad y su variedad, ya que la figura humana representa “la obra maestra de Dios” y en sus cuadros toma vida etérea y sensible en tonos azafrán, rojos intensos, ocres, algunos verde olivo y hasta los colores barro que se han convertido en el distintivo de sus propuestas que se concreta en verdades artísticas en Honduras.

    Toda la vida y obra de Castillo podría estar plasmada en un libro que está casi listo, pero que por falta de presupuesto y apoyo, no se ha podido imprimir, ya que los editores desean que la impresión tenga estándares de calidad internacional.

    Aferrado a los pinceles

    El maestro ahora está en pleno proceso de recuperación tras someterse a una operación para combatir el mal que lo ha acorralado más no vencido desde hace aproximadamente dos años.

    Al conversar con él, pese a la adversidad, Mario Castillo no ha perdido ese sentido de vivir. ¿Cómo amaneció don Mario? ¿Cómo se siente hoy don Mario? Con esa sonrisa franca y agradable responde ¡fabuloso! llenando de luz y positivismo hasta al más deprimido.

    “Mi recuperación está lenta pero en ningún momento he dejado de pintar. Lo hago cada vez que me siento bien, porque yo vivo para pintar, no pinto para vivir”, afirma.

    El cáncer podrá vencer muchas cosas, hasta la propia vida, pero jamás podrá derrotar la pasión que el célebre pintor hondureño tiene por el arte pictórico y por ello, rodeado de amigos, su familia, el arte y la música, el gran maestro defiende una filosofía “ni las enfermedades me han logrado quitar el pincel de las manos”.