19/04/2024
10:35 AM

Cuentos y leyendas: La Mota

En nuestro país llamamos “moto a mota” a los niños cuyos padres han fallecido.

    Aleyda era el nombre de la niña que sobrevivió milagrosamente al accidente automovilístico donde fallecieron sus padres y dos hermanos cuando se trasladaban de la comunidad de Somato-Nicaragua a San Marcos de Colón. El padre de la niña viajaba a una velocidad exagerada en su vehículo y no se percató que una vaca se atravesaba por la carretera, milagrosamente Aleyda que viajaba dormida en el asiento trasero resultó ilesa.

    Dona Ramona, tía de la niña con residencia en San Marcos, se hizo cargo de ella no por amor, sino por los bienes materiales que habían dejado los padres de la pequeña que apenas contaba con 7 años de edad. Así fue creciendo bajo la mano férrea de la tía Moncha, no le permitía salir de la casa más que para la escuela, la aislaba de sus amigas y amigos, la mantenía como esclava como en el cuento de la cenicienta. Por cualquier motivo o sin él, la malvada tía castigaba severamente a Aleyda.

    “Mota maldita no sé por qué no te moriste con tus tatas, ya sabes que el día que te vea con novio te mato”, constantemente la amenazaba y avergonzaba delante de quien fuera.

    Aleyda se encerraba en su cuarto, ya no lloraba, se había acostumbrado al maltrato de la tía, pero lo que la señora ignoraba eran las cosas extrañas que su sobrina experimentaba, al cumplir los 15 años de edad conoció a un muchacho llamado José Trinidad, a quien por cariño llamaban Trino, se miraban a escondidas y de ahí surgió un gran amor.

    Doña Moncha iba envejeciendo amargada vivía con todos los lujos, gastaba a manos llenas el dinero que le correspondía a la muchacha y no dejaba de castigarla por cualquier cosa.

    Una mañana mientras Aleyda lavaba la loza, accidentalmente se le quebró una taza, motivo más que suficiente para que doña Moncha sacara la furia que llevaba escondidas. ¡Maldita...! mira lo que acabas de hacer, esa taza era sagrada para mí, esto no se va a quedar así.

    Acto seguido aquella enfurecida mujer comenzó a golpear a la muchacha con el palo de la escoba y antes de que siguiera golpeándola miró hacia el suelo, la taza estaba intacta. Pero, pero si yo la vi quebrada, no puede ser, tal vez me dejé llevar por la cólera. Aun así al agacharse para recoger la taza, doña Mónica sintió que le temblaban las piernas.

    Aquel suceso no la dejó dormir por la noche. Estoy segura de haber visto la taza echa pedazos cuando la maldita mota la dejó caer ...mmmmmm, creo que estoy viendo cosas que no son.

    Aleyda siguió viéndose a escondidas con su novio Trino hasta que una tarde la tía la esperaba con un alambre, se había dado cuenta del noviazgo. Apenas entró la muchacha recibió el primer golpe en la espalda, luego siguieron varios golpes más y cuando doña Moncha le iba a golpear el rostro con aquel alambre, Aleyda la quedó mirando fijamente y la vieja cayó de rodillas pidiéndole perdón... perdón... perdón sobrina...

    No quiero que ellos me maten. ¿Pero quiénes eran ellos..? Aleyda caminó hasta su cuarto y se encerró mientras su tía llena de pánico salía presurosa de la casa, vea don Agapito dijo doña Ramona, primero fue el asunto de la taza, yo la vi.

    Echa trucos en el suelo, al momento en que yo le pegaba a la mota la taza estaba como nueva, hace poco cuando me di cuenta que anda con ese tal Trino la agarré con un alambre y de repente miré unos coyotes que me querían atacar.

    Don Agapito con voz pausada le respondió. Ya se puso a pensar cuántos años tiene usted y cómo le está fallando la cabeza, deje que esa muchacha sea libre, déjela que tenga su novio ya no la trate como una esclava, aquí todos nos damos cuenta cómo ha sido con ella, no será que la conciencia la está haciendo ver cosas... cambie con ella, usted sola se va a matar.

    Pero doña Ramona no hizo caso a las palabras de don Agapito, un hombre honorable de la comunidad, siguió tratando mal a su sobrina que ya estaba señorita.

    Un día Aleyda le contó a su novio, vos sabes que te quiero mucho Trino, y tengo que confesarte que no soy una persona normal, leí libros que dejaron mis papás y tengo contacto con seres del más allá, también sé cómo liberarme de estas cosas, creo que me convierto en coyota, Trino la miró y se rió, esas son cosas de tu mente jajajajaja, a vos el encierro te está volviendo loca jajajajaja perdona que me ría, pero es cierto.

    Decepcionada por creer que su novio la comprendería y que le ayudaría regresó triste a su casa.

    De quien menos esperé se rió de mí, tengo que irme de aquí. Doña Ramona la esperaba detrás de la puerta para pegarle una paliza con un alambre doblado, apenas entró la agarró a golpes, la muchacha la agarró del puño y ordenó, ataquen a esta vieja maldita!!! Nadie escuchó los gritos aterradores de doña Ramona.

    Las autoridades examinaron el cadáver destrozado de doña Moncha, ese mismo día encontraron muerto a José Trinidad en similares condiciones, se dedujo que una jauría de coyotes rabiosos había atacado a esas dos personas.
    Y Aleyda, la muchacha desapareció misteriosamente, nunca más se supo de ella, solo don Agapito que nos contó esta historia se dio cuenta de la verdad, sabía que los padres de la joven habían sido brujos en la hermana República de Nicaragua y que ella había recibido aquella herencia maldita.