23/04/2024
12:49 PM

Historias y Leyendas de Honduras: El loco

El Dr. Mario Mendoza (Q.D.D.G.) era un hombre extraordinario, gran médico y dedicado en un cien por ciento a sus pacientes.

    Hace muchos años el manicomio estaba ubicado en el hospital general San Felipe, uno de sus últimos directores el Dr. Mario Mendoza (Q.D.D.G.) era un hombre extraordinario, gran médico y dedicado en un cien por ciento a sus pacientes, un día lo visité para entrevistarlo para un programa de noticias luego de la entrevista conversamos ampliamente sobre los problemas que afrontaba el hospital General y haciendo una pausa le pregunté si sabía algo de alguna historia tenebrosa que se contaba del manicomio.

    Sonriente señaló a una señora y me dijo, ella es una de las viejas enfermeras del hospital ya está jubilada pero siempre viene a visitar a los enfermos, pregúntele a ver que logra averiguar, acto seguido me presentó a la señora y me fui a platicarle del asunto que me interesaba.

    Doña Digna, así llamaremos a la enfermera, me contó que hacía muchos años llevaron al manicomio a un joven muy apuesto, los papás lo habían mandado a estudiar a los Estados Unidos y allá había aprendido a drogarse, el abuso de las sustancias alucinógenas había causado serios defectos en su cerebro a tal grado de volverlo loco, al verlo no parecía que estaba loco, él se reía con la gente y le lanzaba besos a las muchachas que venían de visita, algunas se enamoraban de él y cuando se daban cuenta que no era completo se decepcionaban y no regresaban, pero vea usted como son las cosas de la vida que un día vino una mujer muy bonita que también se enamoró de él, se dio cuenta que estaba zafado y aún así siguió viniendo a verlo.

    Doña Digna quedó pensativa un momento y expreso... pero hay cosas que uno no se explica... ¡ah..! pues fíjese que Rita, así se llamaba la mujer, le traía de todo, lo raro es que con ella hablaba normalmente, la respetaba, jamas fue agresivo y se portaba bien, a veces ella no podía venir a verlo y el pasaba enfurecido con todo el mundo, apenas la miraba se calmaba, un día me dijo una compañera de trabajo que miraba muy extraño el comportamiento del muchacho, apenas la ve se calma, como si ella tuviera algún poder sobrenatural que lo transforma, no será que esa mujer sabe su babosada para amansar a los locos, aquello me dejó intrigada y fue cuando le puse más atención a esa extraña relación entre una mujer normal y un loco.

    Una tarde que ella vino me tocaba inyectar al muchacho, fui donde ellos... la saludé y le dije que me permitiera un momento, me vio con la jeringa y me dijo muy pronto que él no va a necesitar de inyecciones, se va a curar y lo voy a sacar de aquí, ¿verdad mi amor..? el contestó con alegría, así es... pronto nos iremos lejos de aquí a una montaña donde hay de todo, le puse la inyección y los deje solos, lo que si noté es que ella andaba con una pulsera llena de pequeñas calaveras, tenía las uñas largas y andaba un medallón con una cruz pero patas arriba.

    Aquello me dio miedo y a nadie le conté lo que había visto, cuando ella se fue me quedo mirando y me dijo: no se preocupe señora cuando me vaya con él recibirá una recompensa por haber tratado bien a mi muchacho.

    Un mes después, y no sé como lo hizo, llegó con unos papeles y el joven José le fue entregado, así se llamaba el joven.

    Días más tarde vino un señor de sombrero vestido humildemente, preguntó por mí, y me entregó una bolsa, no me dio ninguna explicación pues salió rápidamente, cual no sería mi sorpresa al ver una gran cantidad de dinero, no hallaba qué hacer, así que pedí permiso y me fui sudando a mi casa, en ese tiempo yo alquilaba y comenzaban a vender terrenos en el barrio El Reparto, compré uno e hice mi casita con aquel dinero.

    Pasó mucho tiempo y como aquí entran y salen pacientes, otros se mueren... así van pasando los meses y los días, una noche me tocó turno, los enfermos estaban dormidos, algunos gritaban en sus celdas, eran los enfermos furiosos.

    Hice un recorrido con una compañera y de repente me pareció ver a José sentado en el lugar que acostumbraba, le dije a mi amiga que cuando lo habían regresado... ella me miró extrañada, respondió que no lo miraba y que de todos modos no lo habían regresado.

    Lo tomé como una cosa pasajera, simplemente le dije que me había parecido ver a José nada más. Días más tarde aproximadamente a las cuatro de la tarde varios enfermos mentales que pasaban en el pabellón por ser tranquilos, de repente comenzaron a gritar, unos trataban de escapar y otros estaban mudos con sus rostros aterrorizados fue algo horrible.

    Los enfermeros lograron controlar el alboroto, mientras los pobres loquitos señalaban el lugar donde pasaba José, una mañana llegó un anciano andaba visitando a un hijo de él que estaba interno no por loco sino por borracho, el anciano lo aconsejó porque su hijo se había recuperado.

    Hoy te vas a ir conmigo y ya no vas a beber , tu tía Águeda te mandó una medicina, yo me puse a arreglarle las cosas al muchacho para que se lo llevaran, me llamó la atención que el viejito no quitaba los ojos del sitio donde se llevaba sentado José y me dijo: señora aquí anda un espíritu de un loco, siento que mató a una mujer, que se lo llevó y luego se mató él, hay algo escondido, ahí usted puede salvar esa alma aquí en la capilla del hospital, rece por él.

    Con mucho miedo busqué en el cuarto de José, en una esquina había una bolsa de papel, en su interior encontré doscientos lempiras en monedas, un escapulario y la fotografía de quien había sido la madre del muchacho, desconozco como sucedió la tragedia que me contó a retazos aquel anciano vidente.

    Lo asombroso para mí y para los médicos es que el día que yo recé por el alma de José, cinco locos se recuperaron, les volvió la razón, y uno de ellos con una sonrisa le dijo a los médicos, no me lo van a creer, todos estamos normales y ¿saben qué..? un loco nos curó, yo sí supe quien había sido y le aseguro don Jorge que para mí ese es uno de los misterios más grandes que ha sucedido en el Hospital San Felipe, abandoné el nosocomio y me fui pensando en las cosas que no tienen explicación.