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Curazao, un destino para sanar el alma

  • 08 octubre 2015 /

En esta tierra todo se alivia, desde los dolores del cuerpo hasta los del corazón.

Willenstad, Curazo.

En esta tierra todo se alivia, desde los dolores del cuerpo hasta los del corazón. Cuenta la leyenda que hace varios siglos marinos y esclavos africanos y portugueses llegaban muy enfermos a Curazao, casi al borde de la muerte, pero al pasar un par de días se recuperaban totalmente.

Al parecer, se alimentaban de una especie de cereza, conocida como semeruco, que posee grandes cantidades de vitamina C. La isla cobró fama, de ahí que Curazao se asocie con la palabra curación en portugués.

Aquí los lugareños muestran su fortaleza a cada paso, suelen ser altos y fuertes; no por nada cuando el explorador español Alonso de Ojed descubrió la isla, en 1499, la bautizó como 'Isla de los Gigantes'. Pero más allá que su físico pueda parecer intimidante, los curazoleños sonríen al viajero que se les acerca y le cuentan cómo su tierra se ha transformado.

Posiblemente el mejor sitio para entender la historia y la diversidad cultural de Curazao es el barrio de Otrobanda (que significa 'al otro lado'), ya que sus edificios reflejan a la perfección la historia de la isla, que en el siglo 15 fue conquistada por españoles y en el 17 por holandeses.

Foto: La Prensa


Desde entonces, se enfrentó a varias guerras, invasiones y cambios de gobierno. Hasta el 10 de octubre de 2010, cuando se convirtió en un país autónomo del Reino de los Países Bajos. Sin embargo, las grandes casonas de Otrobanda no olvidan su pasado.

De estilo europeo -español u holandés-, en todas se distinguen elementos caribeños: balcones, amplios jardines y porches, donde las familias aún se reúnen para disfrutar la brisa del atardecer mientras toman café o cerveza.

Algunas tienen grietas y la pintura descascarada. Darles mantenimiento no resulta tarea sencilla, por la gran cantidad de sal que hay en el ambiente, así que continuamente se deben pintar o repellar. Pero esta isla tiene más secretos. Hay que ir un poco hacia las orillas de Willemstad, donde están las casas de campo.

Se trata de construcciones enormes, pero sencillas, que destacan en medio de decenas de hectáreas de sembradíos.
Una de las más famosas es la de Chobolobo, que en 1896 comenzó a producir el famoso licor de Curazao.

El origen de esta bebida se remonta al siglo 16, cuando los españoles trataron de plantar la naranja Valencia, pero el clima y las condiciones del suelo amargaron la fruta. Siglos después se descubrió que la cáscara de esta naranja contenía un aceite con una fragancia increíblemente agradable con la que se podía hacer un delicioso licor.

El color azul que lo caracteriza, se le agregó para hacerlo atractivo; aunque también se le puede encontrar en rojo, verde, café o amarillo. Por supuesto, la destilería ofrece paseos donde se conoce la historia y el proceso de elaboración de la bebida; también se puede participar en una cata (hay versiones con café o chocolate) para saber con total seguridad cuántas y cuáles botellas llevar a casa.

Cualquier duda, los curazoleños la responden con una sonrisa. Resulta sencillo percatarse de que desean que los extranjeros se enamoren de su tierra, que se olviden de cualquier mal y vayan a paso lento, como ellos.

Foto: La Prensa