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Los lugares imperdibles en una vista a Jordania

  • 19 febrero 2015 /

Puede disfrutar de una caminta por las calles de Amán, admirar las fachadas esculpidas de Petra, o disfrutar del milagro natural en las aguas del Mar Muerto.

Jordania.

Déjate sorprender. Esa pareciera la consigna que Jordania impone en los viajeros. Gracias a su gran variedad de paisajes y a la calidez de su habitantes, este país se ha convertido en años recientes en la puerta de entrada para explorar el mundo árabe.

Caminar por las bulliciosas calles de Amán, admirar las fachadas esculpidas de Petra, o disfrutar del milagro natural en las aguas del Mar Muerto, son algunas de las fascinantes experiencias con que este pequeño país cautiva al visitante.

Capital milenaria

Foto: La Prensa


Amán es el centro político y económico del país. La ciudad se extiende sobre 19 colinas, lo que se refleja en el trazado curvilíneo de sus calles que emulan la intrincada grafía de la lengua árabe.

El principal atractivo de esta capital es su larguísima historia: fue fundada hace más de 3 mil años como Rabbath-Ammon y luego pasó a formar parte del imperio romano bajo el nombre de Filadelfia. Ese vasto legado histórico y cultural resulta evidente en su centro histórico, donde conviven diferentes estilos arquitectónicos como las columnas romanas en la Plaza del Teatro y los altos minaretes de la mezquita Al Husseini.

Una visita obligada es la Ciudadela, ubicada en lo alto de la colina central de la ciudad, donde se preservan antiquísimas edificaciones como el Templo de Hércules y la Mezquita Umayyad. Aquí también se encuentra el Museo de Antropología.

Ciudad escultórica

Foto: La Prensa


A poco más de 250 kilómetros al sur de Amán, por la Carretera del Desierto, está el emblema turístico de Jordania: Petra, la ciudad esculpida en roca.

Petra se mantuvo oculta para Occidente por casi mil años, hasta que en 1812 el explorador sueco Johann Ludwig Burckhardt le robó a los beduinos su secreto mejor guardado: la ubicación de la ciudad perdida.

Hoy en día llegan en promedio 800 mil visitantes al año para admirar las fachadas, cuevas y tumbas de este enclave arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1985.

La vía de acceso principal es el Siq, un angosto y sinuoso desfiladero de mil 200 metros de largo que desemboca en la icónica fachada del Tesoro. Desde ahí, la ciudad se expande en todas direcciones, para que los viajeros la exploren a su gusto.

Profundo descanso

Foto: La Prensa


A 415 metros bajo el nivel del mar, el Mar Muerto es el punto más profundo de la superficie terrestre.

Aquí se respira una atmósfera más occidental, debido a la concentración de turistas extranjeros y las lujosas cadenas hoteleras que difuminan las fronteras culturales.

El Mar Muerto es en realidad un lago atrapado en una cuenca endorreica, lo que significa que el caudal del río Jordán, que desemboca aquí, no tiene un desagüe natural. Así, el agua se escapa al cielo, evaporándose y dejando atrás los minerales que arrastró del lecho del río.

De ahí la concentración tan alta de sales en sus aguas, 10 veces mayor a la salinidad promedio en los océanos, lo que le otorga esa peculiar cualidad que impide a los bañistas sumergirse por completo.

No hay que dejar pasar la oportunidad de leer un libro flotando en estas aguas y exfoliarse la piel con el barro negro que se extrae del fondo de la cuenca.

Tierra Santa

Foto: La Prensa


Por su localización geográfica, entre las ciudades sagradas de Jerusalén y La Meca, Jordania es también un lugar de suma importancia para las tres principales religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo.

Tanto la Biblia como el Corán consideran a los territorios aledaños al río Jordán y al Mar Muerto como una tierra bendita.

Los dos lugares más frecuentados en Jordania por peregrinos religiosos de todo el mundo son Betania, junto al río Jordán, el sitio donde Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, y el Monte Nebo, la montaña de 817 metros de altura desde donde se cree que Moisés vio la Tierra Prometida.