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Baviera, un pueblo de reyes que lo cautivará

  • 17 diciembre 2014 /

Uno de los sitios más visitados es el castillo de Neuschwanstein, afamado por servir de inspiración a Walt Disney para el diseño del hogar de Aurora, mejor conocida como La Bella Durmiente.

Baviera, Alemania.

Un arco sobre una puerta cerrada, con la inscripción 'Ende der romantische Straße' (literalmente, Fin de la Avenida Romántica), concluye un camino de 410 kilómetros que atraviesa ciudades medievales, montañas, monumentos, lagos, castillos, ríos y palacios.

El soberbio pueblo de Füssen, conocido como el alma romántica de Baviera, culmina perfectamente ese largo corredor creado como un producto turístico en los años 50, con callejones serpenteantes entre torres medievales, iglesias barrocas y rococó, residencias góticas, restos de antiguas murallas y los imponentes castillos de Neuschwanstein y Hohenschwangau.

No se quedan atrás las vistas naturales, que hacia cualquier dirección se imponen: picos alpinos, pequeños senderos y un lago de ensueño. Para apreciar mejor esta ciudad, la más alta de Baviera (a 808 metros), habrá que elevarse un poco más, a 965 metros para ser exactos, al castillo de Neuschwanstein, afamado por servir de inspiración a Walt Disney para el diseño del hogar de Aurora, mejor conocida como La Bella Durmiente.

Foto: La Prensa



Una larga fila de turistas aguarda por el autobús que subirá desde la avenida principal Alpseestrasse, en solo 10 minutos, el tramo que a otros lleva unos 40 minutos de caminata lenta. El transporte cuesta 2 euros, aunque se dice que, para quien pueda, mejor sería realizar la caminata gratuita entre árboles.

El primer punto, y uno de los más fotogénicos al llegar a la cima, es el Marienbrücke (Puente de María, nombrado así en honor a María de Prusia, esposa de Maximiliano II de Baviera), donde el castillo Neuschwanstein resulta el fondo perfecto de las panorámicas.

No hay un sitio en todo el pueblo donde se agolpen más los visitantes a tomar fotos que en este puente de acero, que data de 1866, donde (la verdad) las personas hablan más de princesas de Disney que de historias de la familia real bávara, temas que los guías destacan pero que pocos atienden.

'Se parece mucho al castillo de Disneyland, en California, solo que aquél es más circular y éste, extendido como en un rectángulo', se escucha entre la multitud.

'Luis II de Baviera (en alemán, Ludwig II), hijo de María de Prusia, sustituyó el puente de piedra por este de acero con tecnología que, hasta ese momento, era desconocida, lo que resultó impresionante para esta región de Europa.
'Él sí logró disfrutar del paisaje desde este sitio, aunque sin ver el castillo concluido, ya que murió antes por causas desconocidas hasta la fecha', explica uno de los tantos guías que intenta llamar la atención de sus seguidores.

Al salir del puente, entre codazos y flashazos, el recorrido continúa en dirección a la puerta principal de Neuschwanstein, que fuera abierto al público en 1886, seis semanas después de la muerte de Luis II. Según un guía, el monarca había pedido que nadie, fuera de la familia real, debía entrar.

Foto: La Prensa



Nunca se respetó la voluntad del rey: desde su apertura y hasta la fecha, incluso durante la Primera Guerra Mundial, ha estado abierto para los visitantes, que antes podían pasear libremente por el edificio, incluso hasta tocar y sentarse en los muebles, pero esto ocasionó que se deteriorara todo.

Un día común y corriente de verano, hasta 6 mil personas pasan por cuartos diseñados para una sola persona. Actualmente, debido a esa inmensa cantidad de gente, el sistema para recorrerlo es casi automático.
Los grupos tienen un horario de entrada y los guías al interior se limitan a llevar a cada grupo por las salas en un tiempo determinado; el recorrido guiado dura poco más de 40 minutos.

Cada visitante tiene un pequeño artefacto de audio que le va explicando, entre más 10 idiomas a elegir (el recorrido está disponible en español), la historia y utilidad de cada habitación, a veces hasta ambientando el trayecto con música.

Qué comer
Las abundantes sopas alemanas y su pasta kaesespaetzle (más tradicional austriaca) estelarizan el menú del restaurante Frühlingsgarten. Quienes ya lleven varios días en esta región y quieran variar un poco, pueden probar en Kelari, donde sirven una impecable comida griega.

Un tip
A pesar de que es más famoso el Neuschwanstein, los locales recomiendan visitar también el Hohenschwangau, con mayor valor histórico que turístico, habitado por el padre de Luis II, Maximiliano II. El Palacio de Linderhof y el Castillo Herrenchiemsee completan el cuarteto de joyas arquitectónicas legado de la familia real y hoy administradas por el gobierno estatal.

Foto: La Prensa