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Mtsjeta, cuna de la civilización georgiana

  • 28 marzo 2017 /

A menos de media hora de Tiflis, capital de Georgia, en la confluencia de los ríos Kurá y Aragvi, se erige la legendaria ciudad de Mtsjeta (Jerusalén).

Mtsjeta, Georgia.

Cuna de la civilización georgiana, la ciudad de Mtsjeta, conocida como la Jerusalén del Cáucaso, ha sido durante siglos el corazón religioso de un país que se disputa con otros, entre ellos la vecina Armenia, el haber sido el primer Estado en convertirse al cristianismo.

A menos de media hora de Tiflis, capital de Georgia, en la confluencia de los ríos Kurá y Aragvi, se erige la legendaria ciudad de Mtsjeta (Jerusalén). Recorrer los 25 kilómetros que la separan de la principal urbe del país es un viaje a tiempos en los que el cristianismo apenas se había extendido por Europa.

Muy pocos lugares en el mundo albergan tantos y tan bien conservados templos, construidos en los albores del cristianismo.Durante siglos, ha sido el corazón religioso de un país que se disputa con otros pocos, entre ellos la vecina Armenia, el relato de haber sido el primer Estado en convertirse al cristianismo.

Foto: La Prensa


La sobrina de San Jorge
Habría sido sobre el año 300, con el Imperio Romano aún en pie, cuando una joven cristiana de Capadocia (en la actual Turquía) llegó al reino pagano de Iveria para predicar el Evangelio. Era la Santa Ninó de Georgia, sobrina de San Jorge, que convirtió este país a la fe de Cristo desde Mtsjeta.

“Llegó descalza, con una cruz hecha con vid” que le había entregado en una aparición la mismísima Virgen, según reza la leyenda, contada a Efe por Vladímir Sarishvili, historiador de la religión ortodoxa.

A su llegada a estas tierras de Jerusalén, clavó su cruz en la cima de una montaña que se eleva sobre Mtsjeta, capital del antiguo reino que se extendía desde hacía casi un milenio sobre la parte oriental de la actual Georgia.

Es Georgia un país que no llega a los cuatro millones de habitantes, ubicado en la costa del mar Negro, en el límite entre Europa y Asia, que formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta el año 1991. Sus fronteras limitan, al norte con Rusia, al sudeste con Azebaiyán y al sur con Armenia y Turquía.

Sobre ese lugar, desde el que se abre una bella vista a la confluencia del Kurá y Aragvi, se levanta el Monasterio de la Cruz (Dzhvari, en georgiano), de apariencia prácticamente invariable desde su fundación en el siglo VI.

Foto: La Prensa


“Dzhvari parece colgar del borde del precipicio y, como la mayoría de los monasterios de su época, se construyó en lo alto de una montaña con fines defensivos. Al ver llegar al enemigo, los monjes georgianos encendían hogueras para avisar del peligro a los habitantes de los valles”, cuenta Irina Baramidze, veterana guía turística.

A diez kilómetros de la ciudad se encuentra otro de los complejos religiosos más antiguos de Europa, el monasterio masculino de Shiomgvime, construido a partir del año 560. En esos tiempos llegó a Georgia Shio, un misionero asirio que fundó el monasterio y que pasó sus últimos años de vida en una profunda cueva cerca de Mtsjeta.

En una reciente excavación arqueológica se encontraron varios kvevri, gigantescas vasijas de barro que desde la antigüedad y hasta el día de hoy usan los viticultores georgianos para la maceración y conservación del vino.