Aunado a esto, el país todavía enfrenta secuelas de los huracanes Eta y Iota; y por último se suman, las consecuencias indirectas de la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha venido a encarecer los combustibles, los productos de la canasta básica como la harina y los fertilizantes, además de que ha dificultado las importaciones de suministros indispensables para la productividad.