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Justicia exigen en sepelio de estudiante de Medicina

  • 03 agosto 2013 /

César Augusto Lanza Sabillón, considerado una promesa para el país, fue sepultado en su ciudad natal, Santa Bárbara

    La tierra que tanto amó llora la inesperada partida de uno de sus mejores hijos, cuyo brillante futuro fue truncado por las balas asesinas de unos criminales.

    El cuerpo de César Augusto Lanza Sabillón (26), el joven que salió de Santa Bárbara con el sueño de convertirse en médico, fue sepultado ayer entre el dolor y consternación de una ciudad que se volcó para demostrarle su amor hasta el último momento. La casa en la que César Agusto creció fue insuficiente para albergar a niños, adultos y ancianos que quisieron darle el último adiós.

    Ayer a las 2:00 pm se ofreció un oficio religioso en la iglesia Filadelfia dirigido por el pastor Francisco Enamorado, quien recordó la vida del joven que era una promesa para el país.

    “Qué difícil decirle hasta pronto a este joven lleno de vida, saber que le pudo haber dado a nuestra sociedad muchas cosas buenas; pero lo que Dios nos presta a Dios hay que regresárselo”, expresó.

    Con su corazón destrozado pero fortalecida por el apoyo de todo un pueblo, doña Sergia Sabillón, madre de César Augusto, subió al púlpito para hablar de la vida del hijo que Dios le prestó por 26 años. “Estoy orgullosa de ti, hijo, ahora sé que estás con Dios y a mí me queda esperar por la justicia que vendrá de lo alto”, expresó la mujer que un día vio partir a la capital a su hijo, con una maleta llena de sueños e ilusiones.

    Solo faltaban seis meses para que César Augusto regresara a Santa Bárbara a trabajar en su servicio social como médico en el hospital de la ciudad; pero sus planes fueron truncados cuando el pasado miércoles, unos criminales le quitaron la vida cuando salía de los juzgados de una diligencia legal.

    “Ya estaba en su última etapa para cumplir su sueño de médico, y de qué manera me lo quitan, es increíble. Necesitamos hacer algo para que esta gente llena de maldad pueda buscar a Dios, mi niño solo quería servir, nunca tuvo un mal para nadie, el pueblo de Santa Bárbara lo quería mucho, hoy este pueblo está aquí con él y conmigo en estos dolorosos momentos”, expresó su madre.

    Doloroso adiós

    Al concluir el culto, su madre, hermanos, tíos, primos, su novia, amigos y decenas de familiares encabezaron el camino hacia el cementerio general de Santa Bárbara, que se convirtió en su morada final.Desde Tegucigalpa llegaron sus compañeros de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, adonde César Augusto cursaba el séptimo año y era considerado un líder.

    El miércoles, antes de que su cadáver fuera traído a Santa Bárbara, César Augusto fue llevado al auditorio de la máxima casa de estudios, adonde se le brindó un emotivo homenaje donde se escucharon las palabras del decano de la Facultad de Medicina y de Julieta Castellanos, rectora de la Unah, quienes reconocían en el joven sus valores y la pérdida que significa para su familia y el país, su vil asesinato.

    “Fue un muchacho muy educado, un recurso valioso en Honduras”, expresó el doctor Denis Castro Bobadilla, quien fue su maestro en la Unah y conocía de las virtudes del joven universitario.

    La hora de decirle adiós llegó cuando el sol comenzaba a ocultarse. Los presentes al sepelio lanzaron claveles blancos sobre el féretro y soltaron globos en una petición de paz y el clamor de justicia.