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Hondureño se encoge tras jugar con huesos de muertos

  • 31 agosto 2015 /

Juan Antonio Reyes construía un muro y tuvo que mover varias tumbas. Comparó las osamentas con su cuerpo y luego comenzó su calvario.

Santa Rosa de Copán, Honduras.

Mide menos de un metro de estatura y ve la televisión a ratos recostado en una cama unipersonal. Con una sonrisa, el joven albañil mira pasar los días a través de una pequeña ventana y asegura que haber jugado con una osamenta es la razón por la que padece una extraña enfermedad que lo mantiene postrado.

Juan Antonio Reyes tiene 29 años de edad y a pesar de estar lleno de vida y alegría, su padecimiento, cuyos síntomas aparecieron hace 10 años, lo mantiene en cama en un humilde dormitorio de dos metros cuadrados en la aldea El Derrumbo, Santa Rosa de Copán, en el occidente de Honduras.

Juancito, como todos lo conocen, relató su triste historia. Luego de terminar sexto grado empezó a dedicarse a la albañilería con su padrastro, quien le enseñó el oficio y con el cual trabajaba.

El muchacho recuerda como si hubiese sido ayer aquel momento que según él pudo haberle cambiado su vida para siempre.

Tenía 17 años y medio cuando se le contrató para construir un aula en la escuela José María Medina en el barrio Santa Teresa, exactamente al lado del antiguo cementerio de la ciudad, donde ahora funciona la municipal Aguas de Santa Rosa.

La construcción requería que algunas tumbas fueran removidas, ya que se necesitaban fortalecer las paredes.

“Me dieron la orden de mover los mausoleos que estaban pegados a la escuela. Recuerdo bien que íbamos a quitar seis tumbas. Mientras lo hacía encontré los huesos y empecé a jugar con ellos. Lo hice porque era inocente y no sabía lo que hacía”, relató.

El muchacho aseguró que tomó la osamenta y comparó el tamaño de los huesos con el de los suyos. Comparó huesos de brazos, piernas y caderas; luego los volvió a enterrar.

Dos años más tarde empezó a sentir un dolor intenso en las articulaciones y cansancio extremo.

“Yo estaba cipote, pero recuerdo que ya medía como 1.75 metros; ahora solo mido un metro”, contó el muchacho. Vecinos de la comunidad de El Derrumbo creen que el cuerpo de Juancito se hace pequeño como “un castigo de algún espíritu que está molesto porque jugaron con sus huesos”. Algunos creen que alguna bacteria en el antiguo cementerio ingresó en su cuerpo y otros lo atribuyen a la artritis y la osteoporosis.

El muchacho aseguró que luego de tocar la osamenta empezó a “sentir como que me perseguían, era como algo malo que me quería atacar. Hasta los oía llamarme por mi nombre”.

El albañil aseguró que hasta los 19 años tuvo una vida normal. Luego de enfermarse ha visitado médicos en todo el país que le han asegurado que padece una enfermedad degenerativa en los huesos. Él lo duda.

Foto: La Prensa

Detrás de la escuela José María Medina aún hay varias tumbas que no han sido removidas.


Su diario vivir

A pesar de los dolores y el encogimiento de los huesos, Juancito podía caminar con ayuda de muletas, pero el difícil acceso a su vivienda hizo que no pudiera dominar los aparatos y se cayera.

Esa caída, hace tres años, le dejó siete fracturas en brazos, piernas y cadera; desde ese día no puede levantarse de su cama por sí mismo.

El muchacho pasa los días solo en su cama. Es imposible que use una silla de ruedas porque no puede sentarse; para sus necesidades básicas requiere ayuda de su prima, que vive a varias casas de la suya, o su madre, quien lava ropa ajena para sobrevivir.

Un cable sujeta el llavín de la puerta del cuarto. Juan la jala para abrir y con una vara de bambú la empuja para cerrarla.
Su cama está debajo de la ventana.

El muchacho lo pidió así para, con el único brazo que puede estirar, abrirla o cerrarla, según su preferencia.

“Decidí aceptar al Señor en mi vida. Desde ese día no volví a sentir nada de eso (espíritus). No reniego de mi vida porque el gozo que Dios me da, nadie me lo quita”, afirmó.

Varios pobladores han determinado ayudar a Juancito, caracterizado por su humildad y alegría, por lo que con el paso de los años ha acondicionado el pequeño cuarto y hace unos meses le obsequiaron un televisor y un teléfono celular.

Sin embargo necesita acetaminofén para el dolor, calcio, un medicamento denominado Argenta, alimentos y leche Ensure para sobrevivir.

Foto: La Prensa

Algunas personas de buen corazón han ayudado a Juancito a mejor su pequeño dormitorio.