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'Mataron al niño de la casa': Familiares de Cristian Rodríguez

  • 21 julio 2015 /

Los parientes del joven no hayan explicación del por qué lo asesinaron

Santa Rita, Yoro

Una leve llovizna caía sobre la comunidad de El Vertiente en el municipio de Santa Rita, Yoro, cuando el tronar de las armas estremeció a los vecinos, quienes se entretenían conversando después de un día de labores en el campo.

Dos sujetos se bajaron de un vehículo y dispararon sin piedad contra un indefenso muchacho de 15 años llamado Cristian Javier Rodríguez, el que se encontraba en una pulpería a la orilla de la carretera que conduce a El Negrito.

Las personas que vieron a Cristian antes de la tragedia dicen que se mostraba alegre con todo mundo, sin que diera una explicación sobre el motivo de su buen humor.

Temprano estuvo de visita donde un tío en el centro de la aldea viendo en la televisión “El Chavo del Ocho”. La vida parecía sonreírle a aquel muchacho que a su corta edad ya trabajaba en una quesería de la comunidad.

“Sí, tío, ando alegre”, le contestó el muchacho a su familiar cuando este le hizo saber que lo percibía feliz de la vida. Luego se despidió diciendo que iría a su casa.

Ese día se puso una camisa roja, un short a cuadros verdes y negros y sandalias negras, sin imaginar que esa ropa lo pondría en la mira de los fusiles, al parecer por una equivocación; pues no había razón para que lo mataran, expresó su hermano Rigoberto.

“Mataron al niño de la casa”, comentó para hacer resaltar que era una criatura sin maldad. Lo acribillaron a unos quinientos metros de la casa de tierra donde vivía con sus hermanos, su madre María Damaris Cáceres y su abuelo Maximiliano Rodríguez, uno de los primeros habitantes de la aldea partida por la transitada carretera.

Don Maximiliano llegó a ese lugar el 22 de mayo de 1948 procedente de Agua Blanca Sur, cuando no había más que montañas y la violencia ni siquiera asomaba sus garras. Le pusieron El Vertiente porque allí hay un punto donde el agua brota de la tierra, contó el abuelo.

Penumbra

La oscuridad de la noche que comenzaba a caer y la falta de alumbrado público se confabularon con los criminales, quienes llegaron a romper la tranquilidad de la aldea, adonde nunca antes se había dado un hecho igual.

Dos camiones que un día antes chocaron en la carretera derribaron un poste del tendido eléctrico, lo cual dejó la aldea a oscuras.

El abuelo afirmó que él no se encontraba en ese momento porque se había ido a ver a un enfermo, ya que, aparte de ser agricultor, también sabe inyectar. Sin embargo, a los pocos minutos estuvo en el lugar atraído por el tiroteo que se escuchó a más de un kilómetro a la redonda.

Solamente los conductores que circulaban rápidamente en su autos por la carretera pasaron inadvertido lo que sucedía en el interior de aquel local con barandales de madera donde solían reunirse a platicar los vecinos alrededor de un refresco.

Por lo general, Cristian Javier ya estaba acostado a las siete de la noche; pero ese miércoles ocho de julio nadie sabe por qué decidió ir a platicar a la pulpería cercana acompañado de su hermanita.

Nunca le faltaban sus lempiras en la bolsa porque los fines de semana iba a vender productos lácteos a la feria del agricultor de la colonia Ciudad Planeta de La Lima con el dueño de la quesería en la que trabajaba.

En la casa de tierra lo esperaba su madre, sin embargo, él estaba entretenido platicando con los otros clientes que a esa hora se encontraban en el pequeño negocio.

Allí estaban unas siete personas, entre ellos el propietario de la pulpería, su esposa y sus dos hijas menores, en el momento en que se bajaron dos sujetos de un turismo Kia color hueso con una franja azul y se dirigieron directamente a Cristian, al que le infirieron seis tiros.

No eran para él las balas, pero resulta que lo confundieron con otra persona que ese día andaba vestido de la misma forma, aseguraron los familiares.

Cristian quedó boca arriba con los ojos abiertos; su tío se los cerró. Un testigo aseguró haber visto antes en la aldea a un joven vestido igual que el muerto.


PARA SABER
Denuncia
Los familiares se quejaron de que, cuando se disponían a velar a Cristian, llegaron los de Medicina Forense y se llevaron el cadáver a la fuerza. Lo que más les dio pesar fue la forma en que lo lanzaron a la paila de un vehículo para llevárselo a practicarle la autopsia.

Comentarios
Cuando sucedió la balacera, los clientes de la pulpería salieron despavoridos entre gritos de terror. Los dueños del negocio se fueron al día siguiente por temor a que ocurriera algo igual. Ya la aldea no volverá a ser la misma, comentan.