San Pedro Sula, Honduras.
En el aeropuerto de San Pedro Sula, la impaciencia se convertía en angustia para las hermanas Reyes Andara a medida que pasaba el tiempo y no aparecía Juan Carlos, quien se comprometió a recogerlas en cuanto llegaran de Estados Unidos.
Aunque residen en diferentes estados del país del norte, las tres damas decidieron tomar el mismo vuelo desde Miami para venir a ver a su hermano menor que vivía solo en Puerto Cortés, dedicado a sus actividades de presentador de televisión y tramitador aduanero.
A las seis de la tarde, cuando salieron del departamento de Migración de la terminal, las extrañó no verlo entre las personas que esperan a su parientes porque Juan Carlos siempre fue puntual.
 Polifacético: Diferentes facetas en la vida del animador y presentadorde televisión nacido en el Campo Rojo de Puerto Cortés.
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Es más, el día anterior, a las seis de la tarde, cuando se comunicó por teléfono con Mayra, una de las hermanas, le dijo llorando que estaba contando las horas para llegar por ellas y volver a abrazarlas. Al preguntarle ella la razón de sus sollozos solamente alcanzó a decir: “Lloro de alegría porque las amo”.
Pese a la distancia, siempre estuvo apegado a ellas. Desde su niñez fue el consentido porque era el secaleche y aparte el único varón de los hijos procreados por un almirante de marina y una maestra que nunca ejerció la profesión. Sus cinco hermanas mayores, de las que ya murió una, eran como las nanas de aquel niño mimado que siempre estaba bien arreglado y compuesto, según ellas mismas dicen. Ese gusto por el buen vestir y las buenas costumbres lo conservó hasta el día en que el destino le impidió ir por tres de sus hermanas a la terminal aérea.
Cansadas de esperar y llamarlo por su celular, las tres damas se fueron en otro carro a compartir su terrible presentimiento con una cuarta hermana que vive en San Pedro Sula.
Desde allí siguieron llamándolo desesperadamente. “Por Dios santo, contestá, Juan Carlos”, imploraba Mayra, aunque sabía que no la estaba escuchando. Al fin se les ocurrió hacer conexión con una vecina que vive en el mismo barrio El Porvenir de Puerto Cortés, en el que Juan Carlos tenía su vivienda.
Le pidieron que fuera a la casa a ver si allí se encontraba el hombre de 51 años, conocido por ser organizador de eventos sociales y directivo de la comunidad lésbico-gay de Puerto Cortés. Después de una angustiosa espera, la vecina les devolvió la llamada: “Allí pasa algo raro. No está el carro, las luces están apagadas y el candado del portón está por dentro”. Eran como las once de la noche del lunes 22 de junio. Desde entonces no han parado de llorar, según dijeron.
La noche del domingo, el presentador etiquetó en Facebook una fotografía en la que aparece con una cerveza en la mano, “en apoyo” al dirigente del Partido Anticorrupción, Salvador Nasralla, ante las críticas que hicieron por una gráfica que circuló en las redes sociales, en la que se ve al expresidenciable con una cerveza en la boca.
Juan Carlos se identificó con Nasralla desde que este lanzó su candidatura a la presidencia; por ello, el fundador del Pac lo nominó candidato a una regiduría en la Municipalidad porteña en las elecciones anteriores.
La casa donde el comunicador se habría tomado la fotografía que etiquetó en Facebook fue el escenario del crimen que estremeció a los porteños luego de que las hermanas de la víctima autorizaran por teléfono a los vecinos para que la allanaran mientras ellas llegaban.
 Manifestante. Participó en una de las marchas para protestar contra la corrupción. Era miembro del PAC.
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Ellas dedujeron que algo feo había pasado cuando la vecina les describió la situación fuera de lo común en que se encontraba la vivienda, pues su hermano siempre dejaba aunque fuera una luz encendida.
Con el permiso verbal, los vecinos saltaron el cerco y metieron a un niño por una especie de boquete abierto en la parte trasera de la casa, donde sería instalado un aparato de aire acondicionado. El pequeño entró y les abrió la puerta a los adultos.
No tardaron en encontrar el cuerpo del polifacético presentador tendido sobre su cama. Presentaba 17 puñaladas y tenía una almohada sobre la cara que los criminales habrían utilizado para acelerar su muerte. Cuando sus hermanas llegaron ya se habían llevado el cuerpo los de Medicina Forense.
El hecho habría ocurrido entre el domingo y el lunes, según se deduce por el estado en que se encontraba el cuerpo.
Es decir que el hombre, amante de la vida, estaba muerto desde que sus hermanas salieron de Miami ansiosas de verlo. Le traían obsequios y los repuestos para el carro que él les encargó.
Ahora que están preparando las maletas para el regreso quieren llevarse solo los recuerdos de la estadía anterior, cuando salieron con él a pasear a La Casona, su restaurante favorito, y a caminar todas las mañanas por las playas. La última visita quisieran borrarla de su mente porque fue estropeada por la muerte.
 Escena. Ningún particular ni periodista ingresó a la vivienda mientras se hacía el reconocimiento.
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