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La confundieron supuestamente con su amiga y la mataron

  • 23 junio 2015 /

Tatiana Figueroa era una jugadora de softbol. Andaba con su hijo de cuatro años cuando la asesinaron.

La Ceiba, Honduras.

Una tarde de diciembre, el pequeño Joseth salió con su madre Tatiana Figueroa a ver un partido de fútbol y horas más tarde regresó solo a su casa del barrio La Isla en La Ceiba, llorando y contando que dos hombres extraños le habían disparado a su mamita.

Nadie le creía ni se explicaba cómo el niño de cuatro años había hecho para encontrar el camino de regreso a su vivienda.

Así comienza la historia sobre la muerte de una mujer que dio gloria al softbol en Honduras y que hoy, seis meses después de aquella tragedia, es honrada in memorian por su brillante trayectoria como lanzadora del deporte de la pelota suave.

Es así como la Liga Femenina de Softbol Sampedrano decidió reconocer su trayectoria deportiva bautizando con su nombre el torneo regular inaugurado el pasado domingo en el Campo Hermacasa de la colonia Fesitranh.

La muerte de la destacada lanzadora del equipo Las Amazonas, de La Ceiba, sigue en el misterio, aunque por las circunstancias que rodearon el crimen se deduce que la mataron por equivocación.

Su mayor pasión desde que estaba en la escuela Ramón Montoya, de La Ceiba, era el deporte de la pelota chica. Así lo demostró jugando con el equipo de beisbol Los Dragones en el cual solo estaba ella y otra niña mezcladas entre los varones.

Por ese tiempo la pequeña llegó donde la jugadora de softbol Osiris Barahona a preguntarle qué necesitaba para pertenecer al club Fuerza Aérea en el que ella (Osiris) jugaba.

“Cuando tengas catorce años vuelve para que hablemos”, le contestó Osiris, pensando que con eso terminarían las ilusiones de la niña de diez años.

Resulta que cuatro años después llegó nuevamente, esta vez a pedirle que le diera las indicaciones porque ya tenía la edad requerida para jugar en aquel equipo de mujeres.

Desde entonces, Osiris Barahona fue como su hada madrina en el campo de juego, hasta que las balas apagaron la luz de aquella estrella que brillaba intensamente en el firmamento del softbol femenino.

Foto: La Prensa

Tatiana Figueroa junto a una de sus amigas. Le apasionaba jugar softbol.


El destino

Cuando formaron el club Amazonas, Tatiana ya se había graduado como contadora y tenía al pequeño Joseth, quien siempre la acompañaba a sus entrenamientos. Tenía la suerte de vivir cerca del campo Frank P. Vera, adonde jugaban, el cual era como su patio.

El 13 de diciembre a las amigas les tocaba entrenar, pero como Osiris no podía por su trabajo, Tatiana se fue con su hijo a ver un partido de fútbol a las canchas de La Blanquita.

De allí salió como a las seis y media de la tarde con una amiga que andaba también con un niño pequeño y decidieron tomar juntas un taxi para sus casas. Tatiana le pidió al conductor que fuera a dejar primero a la otra muchacha porque ambas vivían en sectores distantes.

De allí no se supo nada de ella, hasta que sus familiares encontraron su cuerpo en la morgue, después que el niño llegó solo a la casa adonde lo habrían llevado los mismos criminales.

El cuerpo de la bateadora fue encontrado en el bordo que conduce a la colonia López Bonito. Después fue depositado como desconocida en la morgue.

'Días después, la otra muchacha identificada como Bertha Allison se fue del país y cuando regresó en febrero anterior fue ultimada a tiros. Esto hace suponer que ella era, desde el principio, el objetivo de los sicarios, quienes la confundieron con la deportista porque ambas andaban un niño y se subieron al mismo taxi', relató Barahona.

En honor a Tatiana, su hermana Paola (de 18 años) ha decidido seguir sus pasos en el softbol porque la extinta siempre le decía que se metiera en este deporte, ya que aleja de los malos hábitos. Comenzó sin mucho entusiasmo, pero ya le está entrando con ganas y se perfila como un buen prospecto, dijo Osiris.

Comentó que Paola tiene un buen brazo igual que tenía Tatiana, pero no quiere ocupar el montículo de pícher que ella dominaba y del cual solamente la muerte pudo destronarla.