18/04/2024
10:36 AM

Misterio envuelve la muerte del locutor no vidente en Sulaco

  • 26 mayo 2015 /

En Sulaco no se explican cómo alguien pudo ensañarse con Franklin Johan Cruz.

Yoro, Honduras

Todo parece indicar que una sombra humana entró a “la casita del río” en los primeros minutos de la madrugada y se llevó por la fuerza a su único ocupante para ultimarlo salvajemente y después lanzar su cuerpo a la corriente. Es una hipótesis generalizada en Sulaco, Yoro, sobre la muerte de Franklin Johan Cruz, un locutor de la radio local que siempre cargaba sus composiciones musicales bajo el brazo mientras se abría paso en su mundo de sombras.

Se sabía de memoria las calles de la comunidad que lo vio crecer, por eso iba de un lado hacia otro sin necesidad de alguien que le mostrara el rumbo que sus ojos no podían ver.

La noche del miércoles 13 de mayo salió al filo de la medianoche de una fiesta de quince años y cruzó solo toda la comunidad para dirigirse a la casita hecha de materiales desechados donde vivía. Allí comenzó su calvario.

Estuvo desde temprano animando la celebración que se realizaba al aire libre en el vecindario de la cumpleañera.“No cantó ninguna de sus canciones, solo me estuvo saludando”, comentó la quinceañera Lucy Martínez.

Foto: La Prensa

El operador Marco Antonio Méndez y el propietario de la radio, Renán Chacón.

Foto: La Prensa

A esta emisora llegaba Franklin todos los días a animar un programa de música hondureña.

Ritmo

En una estrecha casa de materiales donada por la Municipalidad, doña María de Jesús Isaula se prepara para otro rezo del novenario en memoria de su hijo. Las sillas de plástico están debidamente alineadas en el piso de tierra frente al altar, donde domina la imagen de la Virgen de Guadalupe. Mientras espera a la rezadora y a sus vecinas, la mujer de piel oscura, visiblemente abatida por el sufrimiento, recuerda ese día que lo vio por última vez.

Aunque él dormía en “la casita del río”, siempre pasaba a verla y a que le hiciera algo de comer. Ese miércoles solamente se tomó una taza de café y se fue con la promesa que regresaría a cenar. Se excusó diciendo que estaba muy ocupado haciendo su nueva canción dedicada al chikungunya. Franklin dejó un repertorio de ocho melodías compuestas con la ayuda de su padre que es tecladista, una de las cuales se la hizo a doña María de Jesús, antes del Día de las Madres. “Es mi regalo porque no tengo otra cosa que darte”, le dijo.

Traía el ritmo en sus venas, a los ocho años, cuando todavía miraba bien, empezaba a tocar con latas y botes. “Nació bien de su vista, pero como a los diez años comencé a notar que se tropezaba con sus hermanitos, yo lo regañaba y entonces él me dijo que no miraba bien. Por eso llegó nomás a quinto grado”, comentó la madre. Cuenta que los médicos que vieron al cipote le dijeron en aquella oportunidad que su ceguera se debía a una catarata, aunque el padre cree que estando en el vientre le cayó líquido amniótico en los ojos.

Al quedar completamente en tinieblas Franklin se dedicó a tocar en el conjunto de su padre Heraldo Cruz, quien le hacía los arreglos de su música. También grabó una canción titulada Princesita, dedicada a su última novia. En Radio Sulaco, donde animaba un programa de música hondureña, la gente sigue pidiendo esas melodías, algunas de ellas inspiradas en su vida.

“Cuando voy por mi camino y si encuentro a una muchacha, si no le hablo no es por orgullo, sino porque no puedo ver”, dice un verso de su canción “Mi historia”. También suena en la emisora una canción que en su memoria hicieron alumnos del Instituto San Juan de Sula, tras que supieron de la muerte del muchacho de carácter alegre. “Siempre estaba contando chistes”, comentan.

Foto: La Prensa

La familia se prepara para pedir, en otro rezo, por el alma de Franklin.

Foto: La Prensa

María de Jesús Isaula se mostró adolorida por la muerte del muchacho.
Soledad

Un zapato ensangrentado que un hermanito suyo encontró a la orilla del río Sulaco el jueves por la mañana fue la señal que el locutor y cantante había sido víctima de un acto criminal. Fue entonces que se formaron grupos de búsqueda que recorrieron la rivera del río y los parajes cercanos, hasta que en horas del medio día dieron con el cuerpo. Estaba semidesnudo, boca abajo en un remanso del río. El autor o los autores del crimen lo lanzaron a la corriente con la intención que se hundiera, pero como el río estaba seco, quedó en un remanso como a 500 metros de donde fue ultimado.

Como testigos de la crueldad criminal usada contra el muchacho estaban a la orilla varias piedras ensangrentadas con las que supuestamente lo golpearon hasta quitarle la vida. El cuerpo también presentaba una herida profunda en la yugular.

La camisa que Franklin vestía el miércoles la encontraron los familiares en su cabaña, lo que hace suponer que fue sacado violentamente de la misma y llevado hasta la rivera, donde fue sacrificado en medio de la soledad. Sus gritos se los tragó el silencio que a esa hora reina en aquellos parajes sombreados por una tupida floresta.