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Dios salvó al bebé Ian Fernado de morir con sus padres tras accidente

  • 12 mayo 2015 /

Jonathan Herrera y Roset Yahaira Rodríguez fallecieron cuando se conducían en una motocicleta.

Choloma, Cortés.

La pareja llevaba en la moto lo más preciado de sus vidas, al pequeño Ian Fernando de seis meses, cuando vieron venir la muerte sobre ellos. Jonathan Herrera conducía y Roset Yahaira Rodríguez iba sosteniendo en su brazo derecho al niño y en el otro, un bulto de ropa que lavaría en la casa de su madre en la colonia Cerro Verde de Choloma.

Ante la inevitable embestida de aquella camioneta que en sentido contrario conducía una persona en estado de ebriedad, la madre lanzó al niño a la orilla de la calle pavimentada y tal parece que cayó en los brazos del Señor porque solo él se salvó.

Esa es la explicación que da Karina Rodríguez, abuela materna de la criatura, frente a este insólito caso que tiene asombrada a la gente, pues Ian solamente resultó con su brazo derecho fracturado y una pequeña rotura en el cráneo que soldará por sí sola.

Al niño le dieron de alta en el hospital Mario Rivas de San Pedro Sula el pasado domingo, justo cuando sus padres eran sepultados en el cementerio de Choloma. Ahora el tierno está en el regazo de la abuela materna, quien lo arrulla entre lágrimas de pesar por la muerte de la pareja, y sonrisas de felicidad por verlo de regreso a la vida.

“Mi caso es contradictorio por haber perdido y ganado a la vez”, manifestó al referirse a la tragedia que le arrebató a su hija y su yerno, pero que le dejó un nuevo hijo a quien prodigar cariño como en sus años jóvenes.

En un billar de la cercana colonia Las Cascadas tres jóvenes se embriagaban ese viernes, mientras en la colonia López Arellano la pareja hacía planes para ir a pasar la tarde con el niño a la casa de Karina, donde la madre aprovecharía para lavar ropa.

Después de salir del trabajo en una fábrica de churros en San Pedro Sula, Jonathan Herrera almorzó en su casa de la colonia López Arellano y dispuso el viaje con su compañera a la colonia Cerro Verde.

Casi en forma simultánea, los jóvenes ebrios se subieron a su camioneta que salió haciendo zigzag rumbo a la colonia López Arellano, dijeron testigos

La camioneta circulaba por la calle pavimentada que une a varias colonias del populoso sector cuando fue a impactar en forma frontal contra la motocicleta porque el conductor del carro no pudo cortar la curva de la angosta vía, según el relato de familiares.

La madre aún con vida se arrastró con dirección adonde estaba su compañero ya muerto, pero expiró antes de tocarlo, dijeron personas que casualmente pasaron por el lugar en otro vehículo. Dicen que ella preguntó dos veces por su bebé antes de morir. A un lado estaba la moto despedazada.

Foto: La Prensa

Los parientes del pequeño Ian Fernando se han dedicado a darle mucho amor y cariño.

Un gran amor

Ella y Jonathan se habían conocido cuando estudiaban en el colegio Manuel Pagán, de Choloma, donde se enamoraron de ojos, pero luego ella se fue a continuar estudios a otro instituto. Pocos años después se reencontraron en un puesto de baleadas de la López Arellano y fue entonces que comenzó la relación de amor entre ambos.

Él se portó como un enamorado a la antigua mientras colmaba de atenciones a la muchacha, dueña de unos hermosos ojos grises que envidiaría cualquier reina de belleza. “Aquí venía con flores y chocolates para mi hija.

Era muy romántico, por algo nació en el día de los enamorados”, relató Karina. No se casó con ella, sino que se la “robó” de la casa como hacían antes los novios, con la diferencia que en vez de caballo utilizó su motocicleta para cometer el rapto de su princesa.

“Desde allí mi niña se embarazó y casi pierde al niño porque ella tenía placenta previa, pero de eso no quiero hablar sino de lo feliz que fueron cuando nació el niño”, dijo mientras chineaba a la criatura enyesada.

Recordó que Roset Yajaira le dejaba al chichí cuando se iba al trabajo y al regresar se lo “comía” a besos y le daba la chiche, al tiempo que le decía: “Te extrañé bebé”. Ese amor es el que la abuela, ahora convertida en mamá, piensa que jamás podrá reemplazar porque se fue con ellos.