La Ceiba, Honduras.
Una pequeña maleta con sus pertenencias era lo que cargaba Cherlin Fabiola Cartagena Aguilar (16) cuando el 11 de noviembre de 2014 abordó un autobús en la Gran Central Metropolitana en San Pedro Sula. Allí la despidió su madre y en La Ceiba, a donde se dirigía, la recibiría su padre. El bus llegó a su destino, pero no la jovencita que desde sus ocho años vivió en la casa hogar Ayudando a Niños de Honduras, en La Ceiba.
Desde ese día, sus familiares y autoridades policiales comenzaron una búsqueda que hasta la fecha no ha dado resultados positivos.
Su desaparición ha sido un verdadero misterio, pues de la menor no hay ni siquiera rastros, lo que mantiene angustiados a sus parientes.
Cherlin Fabiola, apoyada por sus padrinos en la casa hogar, se encontraba estudiando en la Escuela Juana Reyes de Maresma, en La Ceiba.
Unos días después de finalizas clases, su madre, quien reside en San Pedro Sula, decidió llevarla con ella a pasar unas vacaciones. No obstante, unos días después de haber viajado con su madre, por razones que desconocen las autoridades de la casa hogar, la menor decidió regresar a La Ceiba.
Su mamá se encargó de pagarle el pasaje y dejarla en el bus que la llevaría a La Ceiba.
Lo que pasó después es desconocido. La jovencita no llegó a su destino, por lo que se puso la denuncia ante la Policía y familiares pidieron apoyo a los medios de comunicación.
En la edición del 19 de noviembre de 2014, LA PRENSA informó de la desaparición de la jovencita.
“Desde que publicamos su desaparición en La Prensa, recibimos diversas llamadas con personas que aseguraban que la habían visto”, manifestó Alirio Díaz, padre de Cherlin Fabiola.
La primera llamada fue de una persona que aseguró haberla visto en la frontera de Corinto, entre Honduras y Guatemala, pero ante la falta de recursos, el progenitor de la joven no pudo viajar a la zona. Se pidió apoyo a las autoridades, pero tampoco se pudo comprobar la presencia de Cherlin en la frontera.
A pesar de la angustia que se hace más grande con el paso de los días, la familia se aferra a la esperanza de encontrar sana y salva a Cherlin Fabiola.
Una pequeña maleta con sus pertenencias era lo que cargaba Cherlin Fabiola Cartagena Aguilar (16) cuando el 11 de noviembre de 2014 abordó un autobús en la Gran Central Metropolitana en San Pedro Sula. Allí la despidió su madre y en La Ceiba, a donde se dirigía, la recibiría su padre. El bus llegó a su destino, pero no la jovencita que desde sus ocho años vivió en la casa hogar Ayudando a Niños de Honduras, en La Ceiba.
Desde ese día, sus familiares y autoridades policiales comenzaron una búsqueda que hasta la fecha no ha dado resultados positivos.
Su desaparición ha sido un verdadero misterio, pues de la menor no hay ni siquiera rastros, lo que mantiene angustiados a sus parientes.
Cherlin Fabiola, apoyada por sus padrinos en la casa hogar, se encontraba estudiando en la Escuela Juana Reyes de Maresma, en La Ceiba.
Unos días después de finalizas clases, su madre, quien reside en San Pedro Sula, decidió llevarla con ella a pasar unas vacaciones. No obstante, unos días después de haber viajado con su madre, por razones que desconocen las autoridades de la casa hogar, la menor decidió regresar a La Ceiba.
Su mamá se encargó de pagarle el pasaje y dejarla en el bus que la llevaría a La Ceiba.
Lo que pasó después es desconocido. La jovencita no llegó a su destino, por lo que se puso la denuncia ante la Policía y familiares pidieron apoyo a los medios de comunicación.
En la edición del 19 de noviembre de 2014, LA PRENSA informó de la desaparición de la jovencita.
“Desde que publicamos su desaparición en La Prensa, recibimos diversas llamadas con personas que aseguraban que la habían visto”, manifestó Alirio Díaz, padre de Cherlin Fabiola.
La primera llamada fue de una persona que aseguró haberla visto en la frontera de Corinto, entre Honduras y Guatemala, pero ante la falta de recursos, el progenitor de la joven no pudo viajar a la zona. Se pidió apoyo a las autoridades, pero tampoco se pudo comprobar la presencia de Cherlin en la frontera.
A pesar de la angustia que se hace más grande con el paso de los días, la familia se aferra a la esperanza de encontrar sana y salva a Cherlin Fabiola.
