17/04/2024
08:09 PM

Andreíta, una víctima inocente de un amor prohibido

  • 26 enero 2015 /

Los vecinos de barrio Cabañas en Villanueva no olvidan la trágica noche en que murió la menor, su niñera y el enamorado de su mamá.

Villanueva, Honduras.

Cuando terminó la tormenta de balas, Daysi Carolina salió como loca del armario casi arrastrando a su hija de dos años, tratando de no ver la escena dantesca que quedaba en la sala: en un charco de sangre, sobre el piso de cemento, estaba tirado el cuerpo inerte de su enamorado Melvin Cárcamo, y en el sofá, la pequeña Andrea sobre el regazo de su niñera Ingrid Meléndez, ambas con sus cabezas perforadas.

La frescura de esa noche en el barrio Cabañas, de Villanueva, al norte de Honduras, invitaba al descanso, pero el terror ahuyentó el sueño del vecindario después que tres sujetos encapuchados protagonizaron la balacera en la que perecieron las tres personas que estaban dentro de una cuartería.

Daysi Carolina Martínez conversaba con Melvin en la sala en presencia de Ingrid y las pequeñas Andrea, de cuatro años, y Britani de dos, cuando la muerte estremeció la entrada de la humilde vivienda.

Ante el estruendo provocado por los criminales al forzar el portón principal y luego la puerta de madera, Daysi Carolina tomó a Britani en brazos y ambas se metieron en un ropero de madera. Cuando quiso ir por Andrea, los sujetos ya estaban haciendo 'vomitar' sus armas, así que optó por quedarse allí.

El hecho en el que murieron la pequeña Andrea Alejandra Romero Martínez, (4) la adolescente Ingrid Merari Meléndez Flores (16) quien era su niñera y Melvin Edgardo Cárcamo (26) enamorado dela madre de la menor, ocurrió el pasado 6 de enero.

Las autoridades policiales indicaron que el crimen tiene como supuesta causa asuntos pasionales, ya que Melvin Cárcamo no vivía en la casa, sino que andaba visitando a Daysi Carolina Martínez, madre de la niña ultimada.

No pudo salvar a su otra hija

Fueron los cinco minutos más angustiantes de su vida los que pasó esta madre de solo 21 años dentro del ropero estrujando a la niña, mientras los emisarios de la muerte disparaban sin piedad sus armas de grueso calibre como si quisieran acabar con el mundo.

La Policía dijo después que el objetivo de los sicarios era Melvin, quien se había enamorado de la agraciada muchacha de tez clara, pero que al disparar en forma indiscriminada también acabaron con la vida de Andreíta y su niñera que se encontraban en el sofá.

Aprovechando que la joven estaba separada del padre de las dos niñas, Melvin la visitaba asiduamente, por lo que no descartan los investigadores que esa noche, quienes estaban interesados en acabar con su vida por esos amoríos, ya sabían dónde encontrarlo.

Vecinos cuentan que antes de la balacera vieron pasar por las calles del barrio la sombra del turismo negro en que se conducían los hombres encapuchados como anunciando la tragedia.
El estruendo de la muerte no se hizo esperar, algunos de los pobladores que estaban disfrutando del fresco de la noche fuera de sus casas corrieron hacia adentro y cerraron las puertas.

Una mujer que vive a la par de la cuartería dijo que ella se encerró a orar con sus hijos, por eso hasta después se dio cuenta de las tres muertes.

Dentro del armario, Daysi Carolina temblaba del miedo escuchando el rugir de los fusiles y en medio del traqueteo a su hija Andrea que imploraba: ¡mami! ¡mami! De repente su voz se apagó entre el fragor de la balacera.

Después del rugido de un carro que arrancaba en la calle vino un silencio sepulcral. Fue entonces que la madre tomó como pudo a Britani y salió gritando a la calle espantada por la muerte.

Salió descalza y descontrolada, los vecinos que comenzaban a salir de sus casas le quitaron a la niña y trataron en vano de tranquilizarla, comentó después su hermana menor Karla, quien vive en otra casa de ese barrio cercano al viejo cementerio de Villanueva.

Karla y una tía habían estado en la cuartería unos minutos antes de que sucediera el tiroteo, pero como a la tía la llamaron por el celular, salieron dejando todo en paz. Ni bien habían llegado a la otra vivienda cuando escucharon el estruendo del infierno. La llamada las había salvado.

Foto: La Prensa

Familiares de la pequeña Andreita no pueden creer lo que le pasó.

En los zapatos de mamá

Al día siguiente sepultaron a la pequeña Andrea en el cercano cementerio municipal entre los llantos de los familiares y en especial de la madre, quien parecía no haber recobrado la razón.

“Karla, hacémele las trenzas a la niña”, le pedía la angustiada mujer a su hermana menor como si Andreíta aún viviera.

También quería impedir que los sepultureros echaran tierra sobre el ataúd para que no la fueran a despertar.

La niña siempre había querido ser como ella, se ponía sus zapatos de tacón y decía: “cuando sea grande quiero ser bonita como mi mamá”.

La familia la recuerda como una niña inquieta que estaba feliz porque este año entraría por primera vez al kindergarden. Divertía a la gente cuando se movía como Shakira bailando la danza del vientre.

Gracias a esas habilidades artísticas ganó un trofeo durante un concurso que tuvo lugar en la maquila donde laboraba su papá. El trofeo fue lo primero que la familia sacó al abandonar la cuartería donde la muerte dejó tres huellas imborrables.