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La niña Emily tenía excelencia académica y soñaba con ser maestra

  • 05 enero 2019 /

La pequeña murió ayer en un incendio en la colonia Fernando Calderón de la capital.

Tegucigalpa, Honduras.

Los sueños de ser una maestra no se le cumplieron a la pequeña Emily Alexandra Roque Gonzales (de 6 años) porque un incendio acabó ayer con su vida.

Emily era una niña inquieta y muy inteligente. El siniestro ocurrió a las 11:00 am en la colonia Fernando Calderón, en la parte baja del sector 7 de la colonia 21 de Octubre, de la capital.

Las llamas consumieron en su totalidad ocho viviendas y afectaron otras cuatro casas más, que en su mayoría estaban construidas de madera y láminas de zinc.

Óscar Triminio, jefe de Operaciones del Cuerpo de Bomberos, informó que las ocho viviendas quedaron reducidas a cenizas y en la calle alrededor de 80 personas entre niños y adultos.“Las causas del incendio están en proceso de investigación”, agregó.

La tarde del viernes, dos niños se calcinaron en los bordos del Limonar en San Pedro Sula cuando un incendio arrasó con la pequeña vivienda en la que se encontraban durmiendo.



Recuerdos

María Victoria Carbajal fue la maestra de preparatoria de Emily en el centro de prebásica (Cepreb) Sonrisas Infantiles.

“Era una niña muy inteligente, pues la preparatoria la cursó con excelencia académica y este año iba a primer grado”, dijo llorando la maestra.

“Era una niña muy inquieta, especial y quería ser maestra cuando fuera grande. Siempre participaba con alegría en cada una de las actividades, pues junto a ella eran doce compañeros”, recordó la profesora María Victoria.

A Emily le apasionaba leer la Biblia y se aprendía los versículos. El pasaje favorito era: “Habla Señor que su siervo escucha”, que se encuentra en la Primera Carta de Samuel.

La desafortunada menor era amante de la comida china y en especial el arroz chino al igual que los cereales.



Además, tomaba jugos naturales y mucha agua porque aprendió en el kínder que beber agua era lo más saludable.

Emily Alexandra era la única hija y vivía con su madre Karla Roque, quien trabaja en una de las cuadrillas de tránsito vial de la alcaldía del Distrito Central.

En el momento de la tragedia, la menor estaba sola en la pequeña vivienda, pues su madre había salido a la pulpería a comprar la provisión.

Al regresar, la acongojada madre se encontró con que las casas ardían en llamas, por lo que al ver lo que ocurría se desmayó y de inmediato los bomberos la llevaron a un centro asistencial.



Un grupo de vecinos no permitieron que las autoridades de Medicina Forense, Fiscalía y Dirección Policial de Investigaciones (DPI) reconocieran y levantaran el cadáver que luego lo enviarían a la morgue.

Llegaron con el ataúd, levantaron el cuerpecito calcinado y se lo llevaron para una iglesia adonde lo empezaron a velar.