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Duques de Sussex, una pareja tóxica para los británicos

  • 19 octubre 2020 /

La popularidad de los duques desciende cada vez más en el Reino Unido.

REINO UNIDO.

Desde que el hijo menor de Carlos de Inglaterra se mudaran al otro lado del Atlántico, tras desligarse completamente de sus funciones reales, las noticias que llegan al Reino Unido sobre sus andanzas acaban decantadas hacia el lado negativo.

La última de ellas, el contrato millonario firmado con la plataforma Netflix (se especula que supera los 100 millones de euros) para crear documentales, películas y otros programas, ha reavivado las voces de quienes piden que se les despoje del título de duques, dado que se han volcado en su nueva vida de “civiles” y en hacer caja gracias a su notorio nombre. Eso no ocurrirá, porque el título fue un regalo personal de Isabel II a su adorado nieto con ocasión de su boda, hace dos años. Y es impensable que lo reclame de vuelta.

“Ella vino aquí, nos robó a nuestro príncipe y regresó a Hollywood… Y ahora Miss Privacidad [en alusión a las quejas de Meghan sobre la intrusión de los medios] va a permitir que se emita todo momento de sus vidas”, bramaba Morgan después de que el Daily Mail asegurara que los Sussex iban a participar en un reality show de Netflix. La información, que también recogió The Sun, explicaba que las cámaras iban a seguir a los duques durante tres meses en sus actividades filantrópicas, pero que no estaba claro si también tendrían acceso a la mansión que acaban de comprarse en Montecito (California), con nueve habitaciones y seis baños.

Un portavoz de la pareja negó que existieran esos planes y precisó que el convenio con Netflix se circunscribe, por el momento, a un innovador documental de naturaleza y una serie de animación, a la espera del desarrollo de otros proyectos. Pero los esfuerzos de Enrique y Meghan en proyectar la imagen de una pareja moderna y concienciada (medio ambiente, proyectos sociales…) no acaban de cuajar entre los británicos que, por ejemplo, vieron en su mayoría con malos ojos la reciente intervención pública del matrimonio en la campaña de las presidenciales de EE UU.

Su llamamiento a que los estadounidenses se registren para votar en las elecciones de noviembre, si bien no se decantaba expresamente por ninguno de los candidatos, constituyó una ruptura del protocolo de la familia real que exige la neutralidad de sus miembros. Y una traición al acuerdo tácito con su abuela, la reina, de hacer todo lo posible “para salvaguardar los valores de su majestad”. Por no hablar de la perplejidad que suscitó la declaración filmada del duque (“es vital que rechacemos el discurso de odio y la desinformación…”) en la que podía intuirse entre líneas una crítica a Donald Trump.