18/04/2024
01:53 AM

Especial clases en línea: padres e hijos fortalecieron sus vínculos desde casa

Una madre atenta contribuye a la formación académica de una hija que atesora el esfuerzo. Sin embargo, el encierro también puede perder en el camino experiencias que los jóvenes necesitan.

San Pedro Sula, Honduras.

Emily Paredes instala su pequeño salón de clases en la mesa de la sala de su casa. Una computadora y un cuaderno para apuntes emulan ahora el pupitre escolar. Ahora su vecino no es otro compañero ni tiene por delante la cabellera de una compañera. De frente tiene a su madre, que en la cocina maniobra con destreza el alimento que servirá a su familia.

La voz de su maestro ahora suena al volumen de su preferencia y, si no quisiera escucharlo, podría silenciarlo con un solo clic, pero no puede, especialmente porque su madre, quien como casi toda madre hondureña, posee el don de estar al pendiente de varias actividades que ocurren a su alrededor y también de dirigirlas.

Primera parte: Recreo extendido por alerta de un virus

Mientras doña María Borjas nos explica lo que ocurre en su casa en esta nueva normalidad, su visión periférica no descuida a Emily, quien, acuciosa, responde a su maestro en clase las interrogantes que lanza a modo de evaluación general. Parece ser una alumna de bachillerato destacada, diligente y con buenas calificaciones, pero esto podría hacer creer que no necesita más que entregar los resultados académicos que ella y su familia esperan.

Reconoce que el cambio de la presencialidad a la virtualidad ha sido complejo: 'Lo que más me costó a mí fue el cambio. Somos jóvenes. A la tecnología sí le puedo dar. Pero antes me despertaba de mañana, me bañaba, esperaba el bus y me iba a la escuela. Ahora me levanto, me baño y voy a mi sala'.

Para muchos estudiantes de las ciudades hondureñas, abordar una unidad de transporte que los lleve hacia su escuela es un ritual necesario y lleno de experiencias. Esas mismas que un menor en desarrollo requiere para aprender a matizar las realidad de la vida cotidiana, especialmente en un país como Honduras, en el que nadie puede estar distraído en la calle.

Segunda parte: Confinamiento total y nuevos protagonistas

La familia Borjas muestra signos de unión permanente, pero que se han fortalecido desde el confinamiento. Su madre pregunta a Emily si terminó sus tareas y, aunque con cariño, le recuerda no descuidarlas porque debe acompañarla a la iglesia durante la noche. 'Ahora nos hemos acostumbrado a convivir y compartir. Estoy pendiente de su alimentación y bebida. Me toca estar pendiente de ella', explica María Borjas.

Es el caso de muchas familias hondureñas, quienes, previo al confinamiento, no solían encontrarse para conversar y compartir. Las horas, cuando las clases eran presenciales, transcurrían entre la ausencia o la ocupación, ahora, sobran para estar juntos.

¿Qué se pierde desde casa?

La psicopedagoga hondureña Gladys Chavarría describe que, aunque compartir con la familia ha sido un punto de inflexión para los alumnos de escuelas y colegios, especialmente para estos últimos, en plena adolescencia, también puede convertirse en un factor contraproducente. Explica que entre los 15 y 18 años los alumnos toman decisiones trascendentales en torno a su futuro. Estas, refiere, se dibujan entre las experiencias que solo la vida social, en todas sus aristas, concede.

Es decir, el confinamiento podría, por una parte, crear lazos fuertes entre actores familiares, pero el propio encierro, obligado por la pandemia, limita a la mayioría de estudiantes adolescentes a crear vínculos con su entorno y experimentar vivencias que forjan el carácter social y académico.

Tercera parte: El encierro desespera a los alumnos

'Un adolescente requiere el contacto con otros adolescentes. Necesita enfrentar situaciones de riesgo. Necesita, incluso, confrontarse con temas, personas e incluso consigo mismo. Es casi imposible que el alumno de colegio experimente alguno de estos escenarios desde casa. Aunque no haya nada por hacer en el futuro inmediato para revertir esta situación, sí es cierto que los jóvenes necesitan, así como añoran y anhelan, salir y sentir la libertad, aunque no debe confundirse con libertinaje', concluyó.