15/04/2024
12:48 AM

Urgen tomar medidas para que crisis sanitaria no se vuelva crisis alimentaria

Informe auspiciado por la ONU incluye a Honduras en la lista de países en riesgo de inseguridad alimentaria aguda

Redacción/AFP

La actual crisis provocada por la pandemia del coronavirus Covid-19 puede venir a empeorar una situación que ya era preocupante desde antes que apareciera la mortal enfermedad.

En un reciente informe auspiciado por la ONU, a través de varias de sus agencias, así como de otras organizaciones, y bajo el título de “Reporte Global Sobre Crisis Alimentarias 2020”, se pinta un panorama poco prometedor en relación con el problema alimentario en el mundo y que la pandemia del Covid-19 no pude hacer más empeorar.

De especial interés resulta el hecho que, en la región latinoamericana y del Caribe, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por si sigla en inglés), incluye a Honduras entre los países en los que hay más inseguridad alimentaria aguda, junto con Venezuela, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Haití.

El organismo agregó que el mayor riesgo en el corto plazo es no poder garantizar alimentos 'a la población que está cumpliendo con las medidas de seguridad sanitaria para evitar la propagación del virus, y que en muchos casos ha perdido su principal fuente de ingresos'.

Por ello, la FAO dijo que los gobiernos deben declarar la alimentación y agricultura como actividades estratégicas de interés público nacional.

A este respecto, Julio Berdegue, representante regional de la FAO dijo que 'Es esencial mantener vivo el sistema alimentario para que la crisis sanitaria no se transforme en una crisis alimentaria'.

Para reducir el impacto, se hace necesario, indicó el funcionario, apoyar el transporte y envasado de productos agropecuarios y 'resolver problemas logísticos de las cadenas de valor alimentaria'. Añadió que es necesario, a su vez, garantizar la operación de puntos de venta como mercados y supermercados.

Crisis alimentaria en el mundo

El informe antes citado (abreviado GRFC, en inglés), ubica en 135 millones el número de personas expuestas a inseguridad alimentaria en fase de crisis o superior, según los datos con los que cerró el año 2019. Esta cantidad es la más alta que el informe anual GRFC ha registrado desde que comenzó a publicar datos en 2017.

Esta población en riesgo se encuentra repartida en los 55 países y territorios que abarca el estudio.

Los principales catalizadores de las crisis de inseguridad alimentaria, señala el informe, son principalmente los conflictos y la inseguridad, pero los efectos del cambio climático y las presiones económicas se vuelven cada vez más significativos.

Africa se posiciona una vez más como la región más afectada, con el mayor número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda que necesita asistencia (ver gráfico).

Centrándonos en la situación latinoamericana y del Caribe, el informe prevé que las crisis sociopolíticas, los extremos climáticos, la falta de empleo y los altos precios de los alimentos llevarán a que la inseguridad alimentaria se agudice en algunos países.

El factor coronavirus

Las proyecciones efectuadas en el informe GRFC fueron hechas antes del estallido del brote del Covid-19, por lo que su efecto no fue tenido en cuenta. Sin embargo, el criterio predominante es que la pandemia contribuirá a empeorar la situación.

Al considerar el efecto del coronavirus en la ecuación, ciertas regiones podrían verse en la disyuntiva entre salvas vidas o salvar el medio de vida de las personas. O bien, en el peor de los casos, salvar a las personas del coronavirus solo para que perezcan de hambre después de la pandemia.

Si bien por el lado del suministro de alimentos, las cosechas han sido relativamente buenas, y el panorama 2020 luce prometedor, las restricciones de movilidad necesaria para detener la propagación del virus, afectarán las cadenas de transporte y procesamiento de alimentos, así como de otros bienes críticos, alargando los tiempos de entrega y reduciendo la disponibilidad incluso de los alimentos más básicos.

Simulaciones de desempeño económico efectuadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) apuntan a que el producto interno bruto (PIB) previsto para 2020, de 2.9% (calculada en noviembre 2019), se podría reducir a 1.5% si la pandemia se propaga ampliamente por la región Asia-Pacífico, Europa y Norteamérica.

Situación en Honduras

El informe recuerda que la situación alimentaria en Honduras se deterioró por los efectos de la prolongada sequía ocurrida en 2018, la cual dejó con escasas reservas de granos a las familias de las zonas rurales, situación que se complicó por la continuación de la sequía en 2019, junto con los bajos precios de cultivos emblemáticos como el café, ese mismo año.

Los efectos de las sequías antes mencionadas produjeron efecto como pérdida de cosechas, muerte de ganado y escasez de agua en algunas ciudades.

La pérdida de los medios de vida, la falta de oportunidades laborales, junto con la sensación de inseguridad ante el crimen llevó a que miles de personas emigrasen del país, muchas de ellas en las caravanas que, con rumbo a Estados Unidos, se organizaron en Honduras.

Esta situación se produce en medio de la paradoja que supone que el Banco Mundial BM) considere que Honduras ha sido, en lo últimos años, el segundo país del istmo centroamericano con la mayor tasa de crecimiento económico, tan solo por detrás de Panamá.

Sin embargo, este desempeño no se ha traducido en reducir la pobreza, en especial la pobreza extrema, que el BM ubica en 17% de la población, la segunda más alta de la región latinoamericana y del Caribe, de acuerdo con el organismo financiero.

El país se encuentra además expuesto a eventos naturales adversos provocados por el cambio climático, como fuertes e irregulares lluvias, y largos períodos de sequía, en especial en la región suroccidental, conocida como el Corredor Seco.

El informe calcula que casi un millón de hondureños, (963,900 personas) se encuentran en la Fase 3 o superior de la clasificación IPC, que mide la gravedad de la inseguridad alimentaria.

De los 13 departamentos del país analizado en el informe, la situación se presentaba más grave en las siete áreas clasificadas como en crisis (IPC Fase 3), que incluye los departamentos de El Paraíso Francisco Morazán (excepto el Distrito Central), Intibucá, La Paz, Copán, Choluteca y Valle.

Fases de inseguridad alimentaria
1. Fase 1
Ninguna inseguridad o inseguridad mínima.
2. Fase 2
Inseguridad acentuada
3. Fase 3
Situación de crisis alimentaria.
La mayor parte de los hogares en riesgo de inseguridad alimentaria se compone de jornaleros y agricultores de subsistencia, sobre todo de comunidades muy marginadas que carecen caminos adecuados y acceso a mercados y también los hogares en donde una mujer está al frente de la familia.

Como ya se explicó en este reportaje, son tres los principales factores que producen esta situación. El primero de ellos son los extremos climáticos.

Fases de inseguridad alimentaria
4. Fase 4
Situación de emergencia alimentaria.
5. Fase 5
Situación de catástrofe alimentaria/hambruna.
Las sequías prolongadas llevaron al gobierno a declarar una situación de emergencia nacional en septiembre de 2019. Los niveles de lluvias en 25% del promedio de los últimos 29 años en las zonas productoras de maíz, lo que provocó pérdidas que varían entre el 70 y el 100% de las siembras de primera.

En términos generales, a nivel nacional, el clima seco provocó la pérdida del 50% de producción de maíz, 25% de la de frijol y 27% de la de arroz.

Las altas temperaturas y las condiciones de sequedad facilita la proliferación de incendios forestales y la aparición de plagas, lo cual afecta la producción de los cultivos.

El segundo factor viene de las presiones económicas, pues la pérdida de cosechas dejó sin ingresos a las familias que dependen de ellas. La falta de oportunidades laborales y los bajos ingresos, forzaron a muchos hondureños a emigrar.

Igual situación se produjo en relación con el cultivo de café, cuya caída de precio en el mercado internacional y la reducción de la producción dejó sin ocupar buena parte de la mano de obra que trabajaba en ese sector.

El tercer factor, y quizá el más grave es el de la inseguridad ante el delito. La población afronta la amenaza de intimidación, homicidios, extorsión, narcotráfico y violencia de género.

Pese a que el país ha reducido su tasa de homicidios en los últimos años, el informe recuerda que esta se encuentra todavía entre las más altas del mundo.

La violencia generada por las pandillas, la pobreza, la falta de oportunidades de educación obligan a muchos a abandonar sus hogares.

A últimas fechas, el gobierno ha tomado algunas medidas para apoyar la producción de alimentos con créditos y asistencia técnica para que la situación posterior a la pandemia no tenga un impacto tan severo como se prevé. Sin embargo, los resultados concretos de esta iniciativa todavía están por verse.