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Involución

  • 22 julio 2016 /

    El guion estaba escrito y fue seguido al pie de la letra en el mismo tono y ruta que a lo largo de la campaña en los últimos meses, de manera que el discurso provocador, en alguien que hasta “chepia”, siguió proveyendo a los medios de comunicación material estrella en sus espacios. La Convención Republicana en Cleveland fue algo más de lo mismo, con demagogia, populismo, involución, muro, antiglobalización y autoproclamación salvífica de “la ley y el orden”.

    El tono del discurso completo de Donald Trump, candidato conservador, giró en torno al mesianismo y al miedo con un país “en crisis”, “violencia en nuestras calles” y “caos en nuestras comunidades”; un país de crimen descontrolado y ciudades golpeadas por el terrorismo, donde cientos de miles de inmigrantes ilegales campan a sus anchas, muchos de ellos con historiales criminales que “vagabundean de noche, libres para amenazar a nuestros pacíficos ciudadanos”.

    El miedo, el terror, el catastrofismo son herramientas sumamente eficaces en las campañas, siempre, por supuesto, acompañadas por promesas mesiánicas como solución a la visión apocalíptica: “la seguridad será restaurada”, “gente que trabaja duro y que ya no tiene una voz. Yo seré vuestra voz”. Ley y orden cifradas en: “La primera tarea para nuestra Administración será liberar a nuestros ciudadanos del crimen, el terrorismo y la anarquía que amenaza a nuestras comunidades”.

    Su obsesión fronteriza volvió a marcar un alto nivel: “Vamos a construir un gran muro para poner fin a la inmigración ilegal, para poner fin a las pandillas y la violencia, para impedir la entrada de droga”.

    La involución, por la falsa, amañada y manipulada realidad económica y comercial presentada coloca a los norteamericanos de espaldas a la globalización, a los tratados comerciales y a los pactos regionales para la apertura de los mercados, incluso el laboral que potencia el comercio y la capacidad adquisitiva de los ciudadanos.

    La reacción de las multinacionales no se hará esperar así como la dependencia financiera externa sobre la que se ha sostenido la moneda norteamericana. Todavía no ha llegado, es el consuelo, y no llegará es el respiro de alivio para norteamericanos, inmigrantes y comunidad internacional asediada por crisis que alimentan la demagogia, el populismo y el autoritarismo como deslumbrantes y falsas soluciones a los problemas.