La masiva movilización de la gran cruzada contra el virus Zika ha mostrado que cuando desde la cúpula hay convicción e interés y no solo capacidad de mando, la participación rebasa las previsiones y los resultados; aunque habrá que esperar, serán positivos, según las previsiones. El Gobierno ha actuado con rapidez y lo ha hecho con la integración de todos los funcionarios, no dados, habitualmente, a la labor del campo que exige hechos inmediatos y rápidos, nada de burocracia.
Y como el ejemplo llegó de arriba con el “Honduras, actívate contra el zika”, la población se sumó en la limpieza de casas, solares y eliminación de recipientes donde se crían los mosquitos. Ha sido el inicio, cuyo éxito se medirá por la continuidad que se le dé a este megaoperativo que recuerda, aunque en dimensiones diferentes, hace algunas décadas cuando el peligro del cólera llegaba a nuestras fronteras. Listos los hospitales con espacios apropiados, capacitado el personal y conciencia en la población para evitar el contagio.
Sin exagerar, pero también sin ignorar con el desplante de “a mí no me alcanza”, hay que sacar lección del temor y la incertidumbre, pues “este gran operativo no solo es para combatir el zika, sino también el dengue y chikungunya y debemos continuar con más ahínco en la limpieza y en la abatización”, explica la directora regional del Distrito Central de la Secretaría de Salud.
Tres pájaros de un tiro, aunque sea uno solo, pero es un trío de enfermedades que nos invaden para hacernos la vida más a cuadritos con el respaldo de quienes en su casa, en el patio, en el solar, en la calle o en la quebrada le dan posada.
El cardenal Oscar Andrés Rodríguez hizo un llamado a los sacerdotes y fieles para integrarse, en todas las pararroquias, a la jornada: “Estamos enfrentando una crisis de salud, el zika no es una palabra, es una llamada, no podemos ser indiferentes ante esta situación”.
Aunque aún no hay pruebas científicas sobre enfermedades que se ligan al zika, su aumento, coincidente con la extensión de la plaga que ha obligado a la OMS a declarar alerta internacional, nos obliga a todos los hondureños a una labor cotidiana de plena alerta y no sentarse cómodamente a la espera del humo salvador, de la escoba de otro o de mano ajena que aplique la untadita.
Y quizás, quienes así miran la vida serán los primeros en gritar cuando lleguen al hospital y tengan que esperar porque la sala de emergencia está al tope.