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El cambio

  • 23 noviembre 2015 /

La diferencia en votos no ha sido en la dimensión presagiada.

    San Pedro Sula, Honduras

    Con una economía necesitada de un tratamiento en cuidados intensivos, la pregunta generalizada en la etapa final del escrutinio era qué distancia del oficialismo lograba la oposición para conocer la fuerza con que arrancará el nuevo Gobierno argentino, que con la bandera del cambio ha puesto fin a la administración familiar de los Kirchner durante doce años. La diferencia en votos no ha sido en la dimensión presagiada, pero sí en la magnitud para mostrar el hartazgo de los votantes a los abusos en el Gobierno saliente.

    “Este cambio no puede detenerse en revanchas ni ajustes de cuentas”, fue la mano extendida de Mauricio Macri, presidente electo, a quien le tocará remar en aguas revueltas, por lo que la primera necesidad con varios capítulos a lo largo de los próximos años, será la negociación para gobernar, pues se halla en minoría en las dos cámaras del Poder Legislativo.

    Las finanzas rojas que recibirá Macri ya han recibido respuesta con el anuncio de un “gabinete económico con seis ministros”, pues la tormenta financiera tiene su centro en el Banco Central con ramificaciones en cada sector de la economía. He aquí un primer compromiso: “Conocer los verdaderos números de la economía. Seguimos sin saber cuánto son las reservas, hay un problema. No conocemos la inflación y las cuentas públicas. Cuando lo sepamos, les diremos la verdad, cuál es la situación”.

    No estamos para sustos, piensa el pueblo argentino, sin embargo, la negativa a dimitir de kirchneristas en puestos claves, Banco Central y Procuraduría General de la República, presagian un Gobierno con un caballo de Troya dentro, desde el que arreciarán los ataques en la medida en que el cambio de la campaña pase a efectividad en los cambios reales del Gobierno.

    Las expectativas en el continente han ido creciendo con las declaraciones de Macri, cuyos ideales de libertad y comunidad hispana ya han señalado la primera prueba: la suspensión de Venezuela en esa cumbre si hay fraude en las elecciones del 6 de diciembre en ese país, y si los presos políticos no son liberados. “Si esas dos cosas no son corregidas para ese entonces, a nuestro juicio Venezuela no estará cumpliendo con la cláusula democrática del Mercosur”.

    Alianza con Brasil y la mirada hacia el Pacífico se conjugarán con la renovación de la relación con Estados Unidos. El nuevo rumbo en la política exterior, con marcada distancia del populismo, es una obligada decisión por el deteriorado estado de la economía y el comercio.

    Tras una campaña tensa y una elección tranquila se abre la puerta a un cambio que necesita claras iniciativas, fortaleza de voluntad e incorporación de todas las fuerzas, pues el cambio “no será fruto de un iluminado que tiene las soluciones”.