24/04/2024
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Jueves Santo

  • 01 abril 2015 /

Jesús miró al cielo y dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti.

    San Pedro Sula, Honduras

    Las celebraciones religiosas despliegan desde hoy hasta el domingo una gama de signos y mensajes que calan en lo más profundo de la naturaleza misma del cristianismo y de la dimensión humana desbordada en su ansiedad de eternidad. Es lo que en la tradición litúrgica era calificado de Triduo Sacro, jornada intensa de la última Cena, la crucifixión y la resurrección.

    Hoy, jueves de la Semana Mayor, comienza la vivencia personal y colectiva de la comunidad cristiana no solo en el ámbito de la fe, sino de tradición y folclore que, por siglos, han ido generando expresiones populares muy queridas para representar, paso a paso, los últimos días de la vida terrenal del Maestro de Galilea.

    “Jesús miró al cielo y dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti. Pues le has dado autoridad sobre todo hombre para dar vida eterna a los que me distes. Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviastes”.

    Síntesis teológica del misterio de la redención en el que Dios, hecho hombre, muestra el sendero hacia el núcleo mismo de la eternidad, ansiedad de las personas en hacer realidad una existencia sin fin, aunque para ello algunos señalen la reencarnación y otros, los cristianos, la muerte como puerta para la vida: “Hay que morir para vivir”.

    Más que dirigir la mirada hacia ese tránsito ineludible, el papa Francisco nos habla del aquí y del ahora con motivo de estos días: “Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, egoísmo que continúa con la trata de personas... ¡la esclavitud más extendida en el siglo XXI! Un mundo desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales. Paz a esta Tierra nuestra. Que Jesús Resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación”.

    Al participar en los acontecimientos diarios que van marcando la historia de la humanidad, el dolor, la angustia y la traición se hallan presentes y fuerzan, no pocas veces a la desesperación y a los errores: “Si es posible que pase de mí este cáliz”, fue la oración de aquel primer jueves de la Semana Mayor en el huerto antes de la captura, pero la puerta de la fe, esperanza y confianza quedó abierta, “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

    “Jesucriso es para nosotros Dios hecho hombre que ha entrado en la historia de la humanidad. Precisamente por esto la esperanza cristiana respecto al mundo y su futuro se extiende a cada persona”, nos recuerda San Juan Pablo II.