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Desafío de todos

  • 29 marzo 2015 /

    Las desgracias, dice el refranero, nunca vienen solas, aunque el asunto que preocupa no es que haya venido, sino que ha sido traído por la dejadez o invitado, como un vecino más en las comunidades, por la carencia de prevención que, en el ámbito de salud, es enfermedad endémica del sistema a la que no se le pone atención y no se le da tratamiento. La prevención no está incluida ni en el “chip” de autoridades, funcionarios y de la sociedad en general, de manera que esperamos las carreras y los altos costos de tratamiento con el agravante de una permanente escasez.

    La reciente jornada de concienciación para eliminar los criaderos de zancudos pudo tener su efecto inmediato que, como tal, será mínimo ante un peligro que se ha convertido en riesgo real para más de 18,000 hondureños afectados por el dengue y la chikungunya, según la cifras de la Secretaría de Salud, cuyos funcionarios y empleados han cambiado de bártulos para disfrutar de unos días de descanso.

    La alerta con que se quiere que todos los hondureños se incorporen a la lucha contra el mosquito transmisor de las enfermedades se debilita con esta pausa, pues para conseguir los objetivos, su sostenibilidad por semanas e incluso meses (permanente) es una condición necesaria. Abarcar todo en una jornada, identificada en unas pocas horas, es querer engañarse, como la experiencia nos muestra con campañas que no se completan o no llegan a los verdaderos focos de infección.

    Y en esto la Secretaría de Salud debiera tener un “doctorado”, pues es un ejercicio que se exige cuando las cifras y estadísticas asustan no solo por el número de pacientes, sino por el desbordamiento en los centros asistenciales que este año es mucho mayor por la presencia de la chikungunya, que llegó desde las islas caribeñas a tierra firme y sigilosamente cruzó fronteras desde países vecinos.

    La iniciativa de incorporar, como elemento dinamizador, a las autoridades locales es punto de partida para considerar, con optimismo, el éxito de la jornada que ampliada y fortalecida habrá de reanudarse después de estos días de vacaciones. Ojalá no haya injerencias de políticas partidistas y sectarias, pues ni el zancudo busca colores ni los pacientes agitan banderas. Es asunto de salud, de bienestar o de bien sentirse de los hondureños.

    Bienvenida también la participación de instituciones y organismos internacionales con su cooperación y consejos, pero la responsabilidad en la eliminación de los criaderos de zancudos para prevenir las enfermedades es nuestra, de todos, autoridades nacionales y locales, funcionarios y empleados públicos, pobladores y familias. Si no prevenimos, tendremos que enfrentar las consecuencias.