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08:28 AM

Al límite de la paciencia

  • 21 junio 2021 /

    Omoa es uno de los parajes que guarda las más impresionantes bellezas turísticas de Honduras. Desde aquí se logra gozar de la increíble vista al majestuoso Merendón y disfrutar de las cálidas y tranquilas playas del mar Caribe. Todo un sueño para el turista, sea nacional o extranjero.

    Pero ese encanto es brutalmente amenazado cuando la arena blanca de estas playas es convertida en suciedad con las toneladas de basura arrastrada desde el río Motagua, un problema que ya tiene años y que no logran resolver, a pesar del inmenso daño al ecosistema marino, a la salud de la población y al turismo que llega a disfrutar de la zona.

    Esa basura, que llega de Guatemala durante las lluvias, tiene alarmados y hastiados a los vecinos de este municipio, que han vuelto a reclamar, porque no se trata de hacer una campaña de limpieza o de una acción social de la alcaldía, sino de encontrar y concretar una solución permanente que finalmente logre frenar la terrible contaminación.

    El reclamo ha calado en las autoridades ambientales hondureñas, que han anunciado un nuevo encuentro, esta semana, con sus colegas chapines, con quienes tienen pendiente el plan para detener las toneladas de desechos que tiran en Guatemala y vienen a parar en las playas de Omoa y Puerto Cortés.

    Está a la vista que las acciones realizadas hasta ahora por el Gobierno de Guatemala no han sido suficientes para retener estos residuos que se mueven a través de los afluentes hasta llegar al río Motagua y que es necesario adaptar otras tecnologías para detener esta catástrofe, que el año pasado resultó en unas 140 toneladas de basura en esta costa.

    Las imágenes mostradas en reportajes de Diario LA PRENSA y en las redes sociales de turistas y lugareños muestran las playas repletas de basura, que incluye zapatos, jeringas, botellas de plástico, cajas, envolturas, mascarillas, etc., una verdadera atrocidad que daña uno de los sitios paradisiacos que enorgullecen a los hondureños por su enorme potencial turístico.

    Esa basura que sigue llegando confirma que las biobardas han sido respuestas a corto plazo y que es tiempo de concretar soluciones definitivas porque, aunque el problema se agrava en invierno —con las lluvias—, ya se ha vuelto un tema constante.

    Esperamos que esta nueva reunión entre autoridades ambientales de ambos países sea de verdad fructífera, que no se alarguen más las acciones paliativas porque, al menos en Omoa, la paciencia ha llegado al límite.