Ya se han presentado planes. Uno con visión cortoplacista, que por la temporada en que estamos busca también generar voluntades, por lo que su duración será lo que falta a esta administración. Tiene de bueno que las necesidades de la población son inmediatas, del día a día con superficiales respuestas que ojalá estuviesen despojadas de visión partidista y personal.
El otro gran plan de salvación fue presentado esta semana, sobre el que se han pronunciado organismos internacionales y países amigos. No está la Magdalena para tafetanes, pero ha tenido respaldo y seguirá teniendo en la medida en que sanemos esas graves heridas internas producidas por la corrupción, la opaca transparencia y escasa y débil identificación de prioridades que nos saquen del atolladero o, mejor, abismo.
“Este es un plan del pueblo hondureño y lo que va a generar es una guía para ahorita en la recuperación temprana y en lo que viene después”, explicó la fuente oficial tras hacer la síntesis de los principales, urgentes y necesarios asuntos para la recuperación, reconstrucción y hasta salvación del país. Ojalá la acreditación del pueblo hondureño fuese correspondida, pues ya conocemos el vacío del uso de preposiciones por, para y con a las que se pega “el pueblo”.
Aunque sea de reojo, porque asusta, hay que mirar hacia atrás para aprender, no olvidar y calibrar dichos y hechos en el marco del acontecer nacional. Así en la esfera oficial respiran por “el acuerdo a nivel de personal técnico” del FMI y nos recuerdan aquello de “miren mis labios”, “no habrá más impuestos” en la presente administración. Cachinflín.
No es figuración nuestra. Un nuevo espacio fiscal y reducir la deuda pública es lo que espera a quien tenga el mando en los próximos cuatro años. Visión cruda, pero más real y sincera que aquella de anunciar créditos internacionales disponibles con compromisos financieros, cuyo manejo exigirá muchos y acertados contactos externos y grandes sacrificios internos que deben ir acompañados con reducción de la burocracia, de manera que el ahorro en sueldos, salarios, dietas, gastos de representación, entre otros, contribuyan a tapar agujeros. Menos gasto y más inversión en salud, educación, empleo productivo e infraestructura darán respuestas positivas y los sueños despiertos serán más ambiciosos.