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Gran desafío

  • 13 mayo 2021 /

    Aunque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, hemos de prevenir y prepararnos muy conscientemente ante lo que se nos viene en los próximos meses. Es imparable, pero los daños se pueden mitigar de manera que no se sumen a los de la pandemia y los fenómenos naturales, cuya carga, comunitaria e individualmente, se ha transformado en el mayor de los desafíos de la historia de nuestro país.

    Lentamente avanzan las labores de vacunación, en las que la contribución de la población resulta eficiente y ejemplar, pues el llamado es atendido y, aunque somos un pueblo desordenado, no hagamos comparaciones con sociedades modélicas, el desarrollo de la jornada de vacunación tanto con los profesionales del área de la salud e instituciones asistenciales y de socorro como en la aplicación del calendario para la tercera edad a partir de los 75 años ha sido ordenado y rápido.

    Algunos inconvenientes. Asustaba el número de vehículos en fila, pero donde hay orden las “cosas y funcionan” y no se maltrata a las personas. Con satisfacción reconocía el viceministro de Salud el comportamiento de los adultos mayores y el profesionalismo del personal del área de salud, de tal manera que a mediodía ya casi estaban vacíos.

    Ejemplar el acercamiento gradual a los tres centros de vacunación en la Capital Industrial. Se evitó el molote y el forcejeo verbal e incluso físico producto de la impaciencia de muchos mayores. Aunque la naturaleza del asunto sea muy diferente, no estaría mal que los del RNP echasen un vistazo y se informasen de las estrategias y tácticas de la Secretaría Salud para que no maltraten a los ciudadanos y eviten los peligrosos riesgos de contagio.

    Lentamente, pero como señalamos recientemente, se han dado algunos pasos en el túnel con luz más cercana, pero nos espera otro desafío que como aquellos “innombrables” nos llegará en los próximos meses. Nos referimos a la campaña política, a la jornada electoral y a los días después, muy peligrosos y atentatorios contra el mínimo de tranquilidad y paz de los hondureños.
    Por la experiencia reciente y los males que nos aquejan, la política, o mejor el sectarismo político, debe calificarse con un grave problema más de salud.

    Basta escuchar en conversaciones para darnos cuenta de que la intransigencia marca cada palabra e incluso acciones cerrando los espacios a la diversidad y aceptando como posición legítima de otros lo que se respeta y no se comparte. Tranquilidad emocional y la serenidad. Recordamos aquella persona que aconsejaba “tranquilo y sereno”. Vaya usted con estas palabras al ambiente partidista y hallará piras para quemar, si pudiera, al adversario. Es exagerado, pero es la realidad.