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12:50 PM

Salud mental en la pospandemia

  • 05 marzo 2021 /

    Los sobrevivientes del coronavirus, el mayor problema de salud que ha enfrentado el mundo, han ayudado a la ciencia a descubrir todo su impacto, desde los síntomas comunes, como las pérdidas del olfato y del gusto, hasta los más graves que incluyen daños pulmonares, dificultad para respirar, dolor, fatiga, pérdida de memoria, confusión y, además, anomalías del sistema nervioso que inquietan a los investigadores.

    Se ha ido conociendo a lo largo de este año que ha cumplido el covid-19, que es una infección que no solo produce la muerte, sino que puede dejar graves secuelas y efectos —a largo plazo— a quienes soportaron sus fases más agudas, sobrevivientes que están expuestos a desarrollar el síndrome de estrés postraumático, depresión, ansiedad o cambios severos en su estado de ánimo.

    El solo hecho de haber padecido los síntomas graves de la infección por covid-19, puede desencadenar otro tipo de trastornos mentales, por lo que los médicos insisten a sus pacientes y a sus familias que tomen todas las precauciones.

    De hecho, la lucha contra el coronavirus debe incluir planes pospandemia, estrategias para evitar los estragos en la salud mental de los niños, de las poblaciones joven y adulta, y con enfoque especial en la atención cercana a los sobrevivientes del virus. Eso es lo que hacen las naciones con sistemas de salud que velan por el futuro que puede ser caótico si no se atiende la salud mental de la población. Hay que tomar en serio los efectos psicológicos no solo de la crisis sanitaria, sino por el confinamiento, síntomas que irán apareciendo con el tiempo.

    Los estudios sobre este tema recomiendan desde lo básico, como realizar campañas informativas para enseñar a la población a identificar esas señales que indiquen la necesidad de ayuda psicológica profesional, campañas que abarquen los estragos que puede producir la desconexión y la soledad en los jóvenes, la pérdida financiera en los jefes de familia y la depresión y ansiedad a la que todos somos vulnerables.

    La incertidumbre acentuada por la falta de acceso a centros asistenciales, lo costoso de la atención privada, el no saber cuándo nos tocará la vacuna; por la deficiente educación virtual de nuestros hijos o la inestabilidad del ingreso económico y empleo, han sido una pesadilla que pareciera nunca acabará, un sentimiento suficiente para temer por nuestro estado de salud mental.