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Lavarse las manos donde no hay agua

  • 02 febrero 2021 /

Editorial, 02 de febrero 2021

    Una de las lecciones que ha dejado el covid-19 es recordarnos el papel crucial del agua, no solo para el consumo, para cocinar y uso sanitario, sino también para el aseo frecuente, porque el agua es fundamental para evitar el contagio.

    En países desarrollados, el acceso al agua es considerado tan importante en el desarrollo como lo es la educación, el bienestar y los sistemas de salud, mientras en el tercer mundo no le hemos dado a la distribución del agua esa importancia.

    Sin agua no podemos lavarnos las manos, ni lavar frutas o vegetales, es un elemento clave en la lucha contra el covid-19. Sin ella, las pandemias van a continuar.

    Eso temen, por ejemplo, los capitalinos en zonas con grave escasez de agua. A ellos les acaban de cambiar el calendario del suministro y por ahora la recibirán cada dos y tres días en barrios de Tegucigalpa, Comayagüela y alrededores, con la advertencia de que es de momento y gracias a las tormentas de los huracanes Eta e Iota que llenaron las represas La Concepción y Los Laureles. Un poco menos, pero estas poblaciones seguirán penando por la falta de agua y haciendo más difícil librar la lucha contra el virus.

    Sufren igual que inmensas zonas de Honduras donde se vive con el balde de agua, esperando a las cisternas porque no hay sistemas que se las lleve a sus viviendas, lo mismo que en los cinturones de miseria alrededor de ciudades como San Pedro Sula.

    La empresa privada acaba de alertar que 5,696 centros educativos en el país no cuentan con agua potable, lo que hace más complicado iniciar un plan piloto con clases semipresenciales como tiene planeado la Secretaría de Educación.

    Es una dura lección para Latinoamérica, para los países que como Honduras, son afectados porque ha faltado conciencia ambiental, se han deteriorado recursos hídricos y no se ha invertido lo suficiente en sus sistemas de agua y saneamiento.

    Hay que hacerlo, exigir al Gobierno y a las autoridades locales crear esa infraestructura, ampliar y mejorar los sistemas y redoblar los esfuerzos para garantizar que el agua nos llegue a todos. Salir de esos racionamientos que son una pesadilla para las colonias y barrios marginados que no cuentan con tanques o sistemas de almacenamiento.

    La grave escasez de agua es otra de las emergencias que urgen atajar en Honduras.