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Héroes anónimos

  • 23 noviembre 2020 /

    Anónimos para el reportero gráfico que con teleobjetivo captó el momento; anónimos, quienes, en brazos, a espaldas o con el agua a medio cuerpo, trasladaban a lugar seguro a personas de la tercera edad, niños, mujeres y a cuantos en su desesperación hallaron la esperanza, la salvación en la valentía y coraje de otros que respondieron generosamente a la tragedia por los fenómenos naturales y también por la pandemia.

    Eso de primera fila es sinónimo de heroísmo manifestado en la entrega diaria no solo laboral con profesionalismo, sino hasta con la vida de personal sanitario que hora sobre hora sigue estando ahí, en la unidad de cuidados intensivos y en salas habilitadas para la atención de los pacientes del covid. No es la espectacularidad de los rescates en zonas aisladas o cruce del río en canasta, pero la misión sublime, la misma: salvar vidas.

    Para ellos con la llegada de la pandemia y los golpes de Eta y Iota no marcó la diferencia, sino que la destacó hasta niveles máximos en personas que no solo estaban preparadas para la osadía, la valentía y el alto riesgo, sino que lo aceptaron como una reacción natural ante situaciones extraordinarias. Con criterio religioso esto es santidad, dimensión cuasisobrenatural cuando otros lo necesitan.

    Identificar personas con muy merecido reconocimiento de sus méritos, así como resaltar proezas individuales pueden ser altamente inspiradoras; pero cuando son los miembros de una institución, cuando son los profesionales beneméritos, integrantes de grupos comunales o, sencillamente, vecinos que proporcionan techo, comida con gran sentido de solidaridad en la comunidad, renacerá la esperanza, habrá tiempo y espacio para un futuro mejor porque, como dicen en el pueblo, sobreabundaron quienes actuaron “como Dios manda”.

    La ruta al frente es larga y complejo su trayecto, pero mientras haya personas que marquen la diferencia habrá mejoría que orgullosamente podemos acreditar a los héroes anónimos, no a quienes “desaparecieron” o mejor no aparecieron, pese a la responsabilidad asumida y entregada libremente por el pueblo en las urnas. Los primeros inspiran, los segundos nos recuerdan ese grupo “privilegiado” al acecho en protección y defensa de sus intereses.

    Hay muchos hondureños que desde su dura experiencia vital son viva imagen, libro abierto de la sabiduría popular que hace suyo el mandato “amar al prójimo como a ti mismo” en palabras sumamente significativas “hacer el bien, sin mirar a quién”. Esa es la directriz de miles de los héroes anónimos hondureños, luchadores en la pandemia, salvadores en las inundaciones y generosos en estos difíciles días de emergencia por la pérdida de bienes, pero no de la esperanza y las fuerzas para volver al trabajo.