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Como adivinanza

  • 21 septiembre 2020 /

“Un hospital es una infraestructura diferente a un hotel, restaurante o casa de habitación”

    San Pedro Sula, Honduras

    Echar a andar un restaurante u ordenar una casa es un decir y hacer en manos de profesionales: los inversionistas que velan por su capital y el matrimonio sueña con hijos. Unos y otros crean oportunidades para disponer de un lugar donde trabajar, donde dar sentido a la vida y donde sus sueños, pese a las dificultades, se hagan realidad.

    Esta introducción sobre lo de los hospitales móviles es y puede considerarse un disparate, pero no del editorialista que constata la autoría de la ministra de Salud, quien al referirse a la complejidad de los cuestionados hospitales móviles señaló textualmente: “Un hospital es una infraestructura diferente a un hotel, restaurante o casa de habitación”.

    Atrás y casi nos parece ya muy atrás queda la compra, el precio a alta velocidad con que se recibió el “beneplácito”, las indagaciones sobre el lugar de su fabricación, el hallazgo de mediadores y el rastreo de la ruta de navegación contando los días de llegada a puerto donde se escribió otro capítulo para presentar la documentación de lo comprado, verificar lo llegado y tener en mano el permiso aduanero.

    En todo ese proceso la emergencia no contó ni para compradores ni funcionarios que muy cumplieron con el dicho: “las cosas de palacio van despacio”. Si hubiese sido un desaduanaje de importaciones particulares, una semana antes ya estaba entregada la documentación. Un capítulo nuevo está enfocado en el traslado, instalación y prueba del sofisticado equipo para abrir sus puertas con fecha aún indefinida, pero con retraso de dos meses a lo calculado en principio.

    Las explicaciones todas ellas encaminadas a justificar una situación incomprendida y hasta incomprensible por los hondureños, está tomando otra dirección de manera que ya la emergencia del covid cede el puesto, con solidaridad y elegancia, a otras enfermedades, como las unidades de diálisis para los pacientes renales.

    No faltará quien se apegue a aquello de que “el que no se consuela es porque no quiere” y así lo que con urgencia, para ayer, se pagó bien pagado y a la “primera”, puede servir para atender a otros pacientes tal como ha sido una de las explicaciones sobre el retraso en la entrega a Salud que aunque todo quede como un “cielo”, la capacitación e inducción del personal es otro enorme desafío, sobre todo por las dificultades en la firma de contratos y en su cumplimiento por el Gobierno. Pasaron los días y lo dos hospitales que salieron de Turquía, llegaron a Puerto Cortés, se trasladaron a San Pedro Sula y Tegucigalpa todavía nada. El cuándo queda como adivinanza, no las próximas horas