La autoridad competente ha determinado que, a partir de mañana, avancemos en la apertura económica y que la ciudadanía pueda salir a realizar trámites o a hacer sus compras de dos en dos dígitos, lo que significa que ahora tendremos libertad de movimiento semanalmente.
La Mesa Multisectorial ha tomado la decisión por varias razones: el estancamiento de la economía nacional no puede perpetuarse; hay sectores, como el turismo o el transporte que se encuentran en estado agónico, y, además, hay un tema de salud mental que no puede ignorarse: luego de seis largos meses de relativo encierro el estado de ánimo de muchos compatriotas se ha resentido. También es cierto que la ocupación hospitalaria se ha reducido a la mitad, e igual ha sucedido en las unidades de cuidados intensivos. A partir de mañana se animará un poco más la actividad comercial y, por lo mismo, mercados y centros comerciales recibirán un considerable aumento en la afluencia de sus clientes.
Está claro que hay un riesgo en este proceso de apertura. Es posible que, con un considerable incremento de las personas que frecuentan la banca, el comercio y otros servicios, también crezcan los contagios y las hospitalizaciones. De ahí que, ahora más que nunca, la responsabilidad de cada uno es fundamental para recuperar la tan ansiada normalidad.
Tenemos ahora la ventaja, y eso ha tenido mucho que ver con la reducción de las hospitalizaciones y los decesos, que el covid-19 es un virus mucho más conocido y que el personal de Salud sabe mucho mejor cómo lidiar con él.
Sin embargo, el coronavirus continúa siendo sumamente contagioso, y, producto del conocimiento que se ha logrado de él, y del seguimiento que se ha dado a muchos de los que le han sobrevivido, también se han descubierto nuevas secuelas y consecuencias ni siquiera imaginadas después de haberlo padecido.
Ante este nuevo panorama, que debe movernos al optimismo ante el discreto retorno de la situación prepandemia, es necesario que estemos atentos, que no nos descuidemos, que no abusemos de la apertura concedida, que recordemos a los profesionales de la salud que han perdido la vida por atender a sus pacientes, que, como se ha dicho, en un repetido martilleo, en nuestras manos está nuestra propia vida y la de los demás.
