Pareciera uno más de los frecuentes atascos de la burocracia, de la lentitud, parsimonia en las oficinas públicas, donde el laborar diario se desarrolla en un ambiente apacible y en un clima de bienestar apetecido por casi todos cuando llega al cambio de administración y buscan cómo entrar en el presupuesto.
Lo que es el comportamiento habitual ha quedado al descubierto, como tantas otras ocasiones, con la crisis sanitaria, cuyo desbordamiento hacia el mundo de la economía y los problemas sociales presenta el inmenso reto de creatividad, honestidad y laboriosidad, que habrá de calar también en el quehacer público para mejorar el servicio de los ciudadanos, “paganos” de la planilla mensual.
Ahora resulta que el nudo apunta hacia la administración del hospital sampedrano, cuyas autoridades se pasaron de gastos y no había para sueldos. Era necesaria la liquidación para inyectar recursos del presupuesto, que desde la Secretaría de Salud anunciaron de inmediato que realizarán el trámite administrativo para cumplir los compromisos laborales.
¡Qué bien!, pero es necesario tomar medidas urgentes, precisas y eficaces para que no vuelva a ocurrir, pues el sobregiro, sin duda y con toda razón, se achacará a la emergencia; pero, de ninguna manera, el gasto extra debe derivar hacia la planilla, menos sabiendo que la prioridad en el uso, no abuso, de los recursos del Estado es la atención a los enfermos de la pandemia.
En el caso del Leonardo solo la renuncia de enfermeras y falta de doctores encendió la alarma, con reducción inmediata de camas para los contagiados, pues el agotamiento físico y emocional del personal impedía alargar la jornada para los empleados o hacer más turnos. Redujeron el número de camas y así, con menor oportunidades de atención, se solucionó el problema del personal, que está volviendo, tras las promesas, pues hay también toda una vida laboral en la que los derechos están a favor de los empleados. ¡Qué bien!, pero que no haya más tropiezos en el camino y gente que tenga abiertos bien los ojos para evitar tropiezos con perjuicio no para ellos, sino para los enfermos. Atrasado, pero habrá pago. ¡Qué bien!