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Pandemia mayor

  • 10 agosto 2020 /

Entre todos se lo hartaron… y ello solo desapareció...

    Entre todos se lo hartaron… y ello solo desapareció, en alusión a una expresión de una obra clásica de la literatura hispana, es la síntesis hasta el momento de un caso de corrupción, sumamente significativo por las personas señaladas y por el camino hacia su final feliz, como en los cuentos infantiles, por lo menos para la mayoría que ya recibió el favor de la Corte de Apelaciones, facilitando la fotografía con rostros felices de niños en su primera comunión.

    El asunto es de gran relevancia por el dinero desviado, 282 millones de lempiras, pero, sobre todo, por las personas, funcionarios, diputados… “señalados” en el caso, identificado Pandora, en cuyo desarrollo la Unidad Fiscal Especial contra la Corrupción e Impunidad (Ufecic) y la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (Maccih) fueron tirando del hilo para desenvolver todo el ovillo.

    Y claro que casi se llegó hasta el final en los operadores de justicia con pruebas más que evidentes sobre el desvío de los recursos de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) y de la Secretaría de Finanzas. El detalle sobre la utilización de los recursos está claramente mostrado, de tal manera que con “pelos y señales” fue identificado su destino, desde el pago de tarjetas de crédito a la cancelación de un millonario préstamo, así como a la actividad proselitista de la campaña, en detrimento de programas agrícolas y proyectos agropecuarios.

    Se ha perdido la ocasión de colocar, aunque fuese simbólicamente, un hasta aquí en el uso y abuso de los recursos del Estado para las actividades políticas partidistas, acentuadas en las campañas con dirigentes que todavía, a la vieja usanza, consideran el Estado, a través del gobierno de su partido, como una hacienda propia. Su hartazgo en el poder no tiene medida porque todos son “santos” y “protectores” del pueblo, por quien se “sacrifican”, algunos por décadas.

    Se ha perdido la ocasión de hacer justicia y mostrar desde el mismo poder la dramática realidad, que sigue marcando no solo la decadencia moral de la sociedad, sino la tragedia del pueblo, hoy azotado por la pandemia, ayer y hoy por el desempleo, la inseguridad, la violencia y, siempre, la pobreza.

    Habrá sonrisas burlonas y habrá también saludos, pues el “hoy por ti, mañana por mí” les hace dormir tranquilos, aunque millones de hondureños sean víctimas de esa pandemia mayor, la corrupción.