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¡Pobrecitos!

  • 07 julio 2020 /

    No sabemos si se trata de rompecabezas, sopa de letras o acertijo, pero la información que proporcionan los organismos públicos sobre la economía, los ingresos fiscales y el manejo de los recursos suena a cuento de madrina con varita mágica, aunque la varita se trasformará en duro leño para golpear durante años.

    Veamos: hace unos días para calmar a los funcionarios y empleados públicos no golpeados por despidos ni por suspensión temporal, Finanzas echó mano de préstamos del exterior de esos que, según la explicación, son altamente concesionales para pagar los salarios. Como está la recaudación tributaria no hace falta que gasten saliva para informarnos cómo se las arreglarán no solo en lo que falta del año, sino en el próximo.

    Los magos de las finanzas públicas se mostrarán optimistas y nos dirán que no nos consolamos porque no queremos, porque hay 92,800 millones disponibles para la crisis de los que solamente se han gastado con carpas, hospitales en camino y otras compras rápidas y fraccionadas con llegadas tardías, alrededor del 5% del dinero para atender la emergencia, hay 95% en caja.

    Si los números y los porcentajes tuvieran sentimientos otro sería el cantar, puesto que la contracción económica será tal que la recaudación fiscal, el dinero de empresas e individuos para el sostenimiento del Estado que no produce riqueza, va, como avión, en picada. Y para verlo no hace falta abrir mucho los ojos, pues la macrocrisis nacional se palpa y se sufre en la mesa familiar, en las deudas del hogar y en la escasez de ingresos cuando no su carencia.

    Así las cosas, resulta que en el documento sobre los Lineamientos de política presupuestaria para el año que viene está incluido un aumento de salarios en la administración pública de casi ocho mil millones de lempiras. ¿De dónde saldrán? Lo que pudiera ser comprensible, aunque no aceptable, en situación normal, es hasta irracional en la emergencia.

    Esto va para largo, pues la caída del año pasado se acentúa en este y se multiplicará en el próximo por lo que el simple razonamiento sobre ingreso y gasto exige reducir altos sueldos del Gobierno central y de los entes descentralizados para enfrentar graves prioridades.

    ¡Alto, la ley lo prohíbe! ¡Sagrados los sueldos! También la ley prohíbe las compras directas y otros subterfugios, pero se legisla y dicta situación de emergencia y ya están los papeles, los contactos, los contratos y los cálculos con sobreprecios. ¿La emergencia, por necesidad, no es ley sobre leyes con privilegios que sacralizan el dicho popular “el que reparte y comparte se queda con la mayor parte”? ¡Pobrecitos los que ganan de 75,000 a 252,0000! También pasan necesidades.