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Rectificaciones

  • 31 marzo 2020 /

    El arrollador paso mortal del virus se impone en todos los países, y lo que ayer eran previsiones o muy posibles soluciones para mitigar o acabar con la primera parte de la crisis se diluyeron con la misma rapidez que los cambios en cifras y estadísticas del número de víctimas, convertidas en provisionales cada minuto y en el contenido abrumador de los espacios noticiosos.

    Al referirse al confinamiento, su justificación y alcance, el presidente Donald Trump cambió sus palabras y el objetivo de la reactivación de la economía como prioridad cede el lugar a lo que siempre debió ocupar la esencial preocupación, sobre el consumismo, el mercado y los beneficios: la vida.

    Por ello sonaron como un fuerte cañonazo obligado las palabras del titular de la Casa Blanca: “Bueno, es muy malo para la economía”, se refería al confinamiento, “pero la economía es el número dos en mi lista. Primero, quiero salvar muchas vidas”. Hasta que le cayó el veinte que quedó reflejado también en el cambio de fecha para terminar la cuarentena, cuyo fin anunció para la solemne festividad del Domingo de Pascua, el 12 de abril, ya no será tal, sino que se prolongará hasta el próximo 30 de abril.

    Si esta es la situación trágica, con rostro dibujado en el número de pacientes y muertos, la perspectiva esperanzadora la presentó la líder de los representantes, Nancy Pelosi: “Hoy hemos admitido ante toda la nación la necesidad de tomar medidas ante esta crisis económica y sanitaria de dimensiones gigantescas”. En la solicitud de los recursos por el Ejecutivo todavía pesaba la situación de la economía golpeada con fuerza por un enemigo invisible, pero “vamos a tener un tremendo rebrote”.

    El rescate sin precedente fue ratificado de inmediato proporcionando recursos por una cantidad multimillonaria destinada a apoyar a las empresas, obtención de recursos médicos y ayuda a las familias. La decisión fue calificada de inédita desde los ataques a las Torres Gemelas por la rapidez con que fue aprobada y por los recursos aprobados que triplican los de la crisis financiera de 2009. Como se dice habitualmente: “cuando estornuda en el norte, aquí nos llega la gripe”, y no es para menos, pues el agravamiento de las condiciones en que viven miles de compatriotas en la Unión Americana resultaría insoportable para ellos y sus familias sin seguro médico y sin ingresos para la subsistencia. Muy perjudicial para Honduras sería una fuerte contracción económica en aquel país por las exportaciones y por las remesas. La rectificación, aunque sea obligada, abre el camino de la esperanza.