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La academia bajo secuestro

  • 14 diciembre 2018 /

    Una vez más, la Universidad Nacional Autónoma mantuvo sus actividades académicas y administrativas suspendidas durante parte de la semana que concluye debido a tomas realizadas por supuestos estudiantes en tres de sus sedes a nivel nacional. Y, con ello, no solo se han perdido, de nuevo, millones de lempiras en salarios, que se deben continuarse pagando, aunque no haya actividad, sino que, y esto es lo más delicado, miles de estudiantes han visto afectado su aprendizaje y dejado de desarrollar sus competencias científicas y profesionales mientras duraban las tomas. Evidentemente, la mayoría de los estudiantes de la alma mater rechazan este tipo de acciones y observan con frustración cómo un grupito de individuos se autodenominan sus representantes y ponen obstáculos a su formación por razones totalmente extraacadémicas y más bien de carácter político.
    Para el caso, el comunicado aparentemente emitido por la Asociación de Estudiantes de Ingeniería, a raíz de la detención de tres personas sospechosas de cometer actos delictivos, comenzaba señalando una supuesta ruptura del orden constitucional desde la salida del expresidente Zelaya, lo que pone en evidencia, una vez más, lo que todos los hondureños sabemos: que detrás del llamado movimiento estudiantil universitario hay gente de filiación política de izquierda que los manipula y que los ha convertido en cajas de resonancia de sus posturas ideológicas. De ahí que, cada vez que se les antoja y bajo cualquier pretexto, se toman el bulevar de Suyapa y entorpecen la libre circulación de la ciudadanía. La “razón” puede ser el costo de la vida, el precio de los combustibles, , etc., etc., etc.
    Así, y en contra de la voluntad de los que sí quieren estudiar y aprender, este pequeño grupo de universitarios y, parece que, en realidad, no todos los que participan en tomas y desórdenes públicos lo son, secuestran a la academia de la manera más grosera e irresponsable que se haya visto.
    Cuesta creer, ya que atenta contra toda lógica y contra todo sentido común que un muchacho que aspire a formarse profesionalmente y a contribuir con el desarrollo del país se comporte de una manera tan poco civilizada e inmadura. Es posible que se continúe dando en la Unah un fenómeno muy penoso y que ha consistido en que muy malos estudiantes copen la dirigencia estudiantil y se dediquen a politiquear en lugar de estudiar. En los años ochenta se dieron casos de jóvenes que estuvieron matriculados más de una década, apenas llevaban clases, pero permanecían en las sedes de los frentes universitarios dedicados a causar problemas.
    Las autoridades universitarias y el Estado deberían tomar medidas drásticas para que estos individuos dejen de interrumpir el normal desarrollo de la entidad rectora de la educación superior en Honduras, sino no saldremos del atraso en que estamos.