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Grave peligro

  • 10 junio 2018 /

Los países centroamericanos son una ruta obligada para el narcotráfico.

    San Pedro Sula, Honduras

    En la lucha contra el narcotráfico, la permanente renovación de estrategias y equipo no solo es exigida por la naturaleza misma de tan riesgosa y necesaria labor, sino por la astucia creativa de los narcos para mantener e incrementar los dos pasos adelante que llevan a las autoridades. Este fue el panorama presentado por la Unidad de Investigación de LA PRENSA en la edición del viernes pasado al señalar la nueva configuración del negocio de la droga en el Triángulo Norte.

    Los países centroamericanos, puente natural entre los productores del sur y los consumidores del norte, es ruta obligada, por tierra, mar y aire para llegar y abastecer el gran mercado en las inmensas ciudades norteamericanas en las que pululan los vendedores al menudeo y agazapados, pero, sin duda, identificados aquellos que reciben los cargamentos y los distribuyen. Los informes muestran las rutas tradicionales a través del istmo, que aunque se sigan manteniendo, como evidencian los decomisos de droga, los indicios y los primeros sembradíos señalan qué lugares remotos están siendo utilizados para el cultivo de coca, materia prima para la obtención de la pasta base, cuyo último paso proporciona el polvo blanco.

    Desde el hallazgo de dos plantaciones en Olancho, las pruebas, quizá iniciales, evidencian la presencia de “carteles colombianos” en nuestro país para probar la eficacia y productividad del cultivo de hoja que se completará, de lograr su asentamiento, con laboratorios para procesar el producto y conseguirlo más cerca de la frontera sur de Estados Unidos y así abaratar los costos de transporte y los riesgos de pérdidas en la ruta del istmo, desde Panamá a México.

    Los estudios realizados en tierras del departamento de Olancho, con bosques húmedos y muy húmedos, muestran que la zona es apetecida para reconfigurar el negocio de la droga con producción en zonas de difícil acceso. Se habla de prueba, pero la selección de terreno ya está hecha después del análisis de sus cualidades, de manera que al tradicional uso del transporte se une otro más complejo y de consecuencias más graves para el país, tanto por el daño al ambiente con deforestación de terrenos e invasión de áreas protegidas, contratación de personal especializado y mayor riesgo de infiltración en todos los ámbitos de la sociedad.

    La tesis de la responsabilidad compartida deja en entredicho la eficacia de la lucha contra el narcotráfico porque la “madre” del problema sigue siendo la demanda que empuja la producción y atenaza a cuanto halla a su paso para llegar al multimillonario y seguro negocio del consumo.