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Días difíciles

  • 06 mayo 2018 /

Los beneficios del TPS han llegado a su fin.

    San Pedro Sula, Honduras

    Alea jacta est, la suerte está echada, es la expresión clásica para significar que no hay que mirar hacia atrás, sino agarrar fuerzas y seguir el camino, pues las dificultades son también oportunidades que exigen un mayor esfuerzo, pero también, al final, satisfacción por lo conseguido. Lo que se veía venir, llegó y lo que se anticipaba toca la puerta de miles de familias hondureñas que en los próximos meses habrán de luchar a brazo partido para defender su sistema de vida al que se han hecho merecedoras con arduo trabajo, sacrificios y adaptación al modelo norteamericano.

    El final del Estatus de Protección Temporal de cuyos beneficios se han favorecido por casi dos décadas miles de hondureños ha llegado a su fin no como medida arrolladora que se lleve de encuentro a las familias, que cause la desintegración de hogares separando padres de sus hijos nacidos, criados y educados en Estados Unidos, sino como un paréntesis que debe ser bien aprovechado para regular definitivamente la situación en el país del norte. Porque obligar a abandonar casa, trabajo, empresa, escuela, universidad, etc. va contra los más elementales derechos humanos, hoy en precario por políticas antiinmigrantes.

    Dejando de lado las expresiones oficiales y el vocabulario diplomático en el que se apela a los compromisos como “fuerte aliado”, habrá que poner a trabajar, desde ayer, a todo el personal y algunos más en los consulados para que en los próximos 18 meses se oriente a los compatriotas en las posibilidades, contempladas en el sistema migratorio norteamericano, en las cuales sean elegibles, bien por sus hijos nacidos allá, bien por su matrimonio, otras relaciones familiares o programas que contemplen un proceso cuyo final sea la ciudadanía o residencia en el norte. Lo que ya no cabe es pasividad, pues como señalaba una fuente diplomática “no podemos pasar por alto que la política migratoria en Estados Unidos ha cambiado”. La muestra, lo del muro, las redadas, las deportaciones expres y los acalorados mensajes, en mitin permanente, como el de que las leyes migratorias fueron escritas por gente que “no ama” a EEUU. El Gobierno ha reaccionado de inmediato, pero es necesario que las palabras se traduzcan de inmediato en acciones para desplegar el personal idóneo en el trato a los compatriotas y conocedor del sistema legal migratorio de la Unión Americana para presentar alternativas. Las soluciones favorables no son fáciles en estos tiempos de tormentas que exigen inteligencia, iniciativa y trabajo, si se puede, cuarenta horas al día.

    La suerte está echada y aunque haya apelación, muy diplomática, a “fuerte aliado y socio” llegaron días perturbadores para miles de familias hondureñas que precisan solidaridad y apoyo.