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12:54 PM

Muy complejo

  • 16 abril 2018 /

El “Compromiso de Lima”, presenta un título que por decir “todo” no dice nada...

    La corrupción, tema en la convocatoria para la Cumbre de las Américas en Lima, resultaba de dimensiones tan inmensas que, muy escasamente, se mantienen expectativas del combate y erradicación de este cáncer en los próximos años, pese al grave daño causado a la institucionalidad de los Estados y a la población en los ámbitos de la educación, salud y seguridad. El documento final, calificado de “Compromiso de Lima”, presenta un título que por decir “todo” no dice nada: “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”.

    “Destacando que la prevención y el combate a la corrupción son fundamentales para el fortalecimiento de la democracia y el Estado de derecho en nuestros países, y que la corrupción debilita la gobernabilidad democrática, la confianza de la ciudadanía en las instituciones y tiene un impacto negativo en el goce efectivo de los derechos humanos y el desarrollo sostenible de las poblaciones de nuestro Hemisferio”, si todo fuese tan fácil como la redacción de los “considerando” para llegar al “acuerda” precedido del “por tanto” para unir lo que se piensa con lo que queda como intento, se comenzaría a solucionar el grave problema en la reunión hemisférica.

    Pero sabemos que no y en estos tiempos de tecnología con la desaparición de fronteras, también la corrupción ha rebasado con amplitud los límites entre países y a la deshonestidad interna se suma la intervención de poderosos corruptores que han llegado, sistemáticamente, a los más altos niveles de países hispanoamericanos en los que los vacíos sistémicos proporcionan las condiciones más favorables para el saqueo de los países.

    La apelación a la transparencia, con el uso de la tecnología y la obligatoriedad del rendimiento de cuentas a todos los niveles de la estructura gubernamental son dos poderosas, elementales y eficaces herramientas para combatir la corrupción con el complemento eficaz de instituciones fiscalizadoras del enriquecimiento de los empleados públicos, así como el seguimiento “por tierra, mar y aire” de los corruptores con presión continua de los operadores de justicia.

    La complejidad del proceso llama a la duda, pero algo o mucho habrá que hacer o seguir haciendo para el adecentamiento en la sociedad, de manera que las nuevas generaciones vayan aprendiendo en cabeza ajena, a pagar el que la hace. Pues hay que erradicar el infinito distanciamiento entre el compromiso, el discurso, las leyes y los consejos en relación con la conducta personal, empresarial y colectiva.