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Cataluña hoy

  • 09 octubre 2017 /

    Manifestaciones masivas de los últimos días con lemas como “parlem” (dialoguemos) y “Prou! recuperem el seny” (Basta, recuperemos el sentido común), sensatez, han puesto en evidencia el hartazgo de los ciudadanos por la insensatez de los políticos enredados en ambiciones, burdas maniobras que llegan hasta interpretar la historia a la carta, como si el pensar, el sentir y la expresión multicultural estuviesen al servicio de los grupos más radicales llegando al punto de, como dirían en el pueblo, “esto está que arde”. El antes y el después se han convertido en dos polos opuestos, cuya agitación dará de sí al margen de lo que pueda ocurrir en la sesión plenaria de hoy del parlamento catalán. La polarización ha llegado a niveles tan críticos que algunos, los más mayores, muy pocos ya, recuerdan aquellos días, semanas y meses en los que bastaba una mirada y una palabra para la declaración de enemigo y con ella un pie en el más allá. No han regresado aquellos tiempos, aunque algunos parecen haberlo querido para levantar bandera de víctimas y victimarios.

    La masiva manifestación del domingo, la Cataluña silenciosa, recorrió en paralelo en lugar de la plaza de Cataluña, desde Urquinaona, a pocos metros, enfiló, paralelo a las Ramblas, por la Vía Layetana hacia la estación de Francia, cercana al Paseo Marítimo. La tranquilidad que aquella marea de banderas, esteladas, senyeras, y algunas de la Unión Europea gritaron la unidad en la pluralidad y la fortaleza en la diversidad, todo ello componente de la historia y la vida de los pueblos y regiones españolas hoy respetados como nación, pero en riesgo de recrear la balcanización en las puntas de Europa que los romanos calificaron del fin de la tierra.

    El domingo se escuchó el grito de sensatez, falta que haya sido oído por ambas partes, pues el proceso secesionistas en las filas más radicales lo tiene claro: “Si el Estado no responde positivamente, nosotros haremos lo que hemos venido a hacer”, afirmaba el presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, el fin de semana. Sigue la incógnita, aunque la desbandada de grandes empresas hace temblar a unos y otros el motivo es distinto, pues los trabajadores temen despidos, los jubilados la debilitación del sistema universal y la sociedad catalana en general una parálisis en la zona de mayor crecimiento, prosperidad, absorción de mano de obra y contribución al erario nacional.

    Desde Madrid el mensaje: “La separación de Cataluña no se va a producir. El Gobierno hará todo lo que haga falta para que así sea”, palabras del presidente Mariano Rajoy dispuesto a cumplir y hacer cumplir la ley que tampoco ayudan a cerrar este enrevesado capítulo.