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Todo cocinado

  • 23 mayo 2017 /

    “No cabían en la alianza” fue la explicación clara y tajante del líder liberal, quien cuando participó en el diálogo con los opositores integrados se dio cuenta de que ya estaba todo cocinado y, por tanto, no había espacio para el candidato revelación en el proceso de primaria, cuyo partido despertó y reveló un caudal político que puede provocar, esta es la ilusión, una riada electoral el último domingo del próximo noviembre.

    Aquella significativa expresión con anterioridad al encuentro con la oposición, “con o sin alianza estaré en la boleta”, ya marcaba una decisión no solo personal, sino de partido que claramente estableció que el presidenciable liberal encabezaría, cualquiera que fueran las opciones, una fórmula presidencial. La historia, con sus altos y bajos, le da a los liberales la fuerza y el valor para actuar no por coyunturas, circunstancias y acomodos, sino por principios que, como raíz profunda, sigue alimentando la savia para una vida frondosa en ramas y frutos no exentos del otoño a la espera de la primavera.

    Mejor hablar que no lamentar, y es que todavía hay grupos que mantienen levantada la bandera de la Constituyente, algo así como la refundación del país con los restos de aquellos aires del socialismo de siglo XXI. “Una constituyente es un tema bastante serio, ¿para qué?, ¿a quién beneficia?, ¿qué es lo que ocupa? Lo que el país necesita es respeto a las leyes”. Hay un mensaje directo y claro, pero también implícito que se puede sintetizar en la expresión clásica, “el que tenga oídos para oír que oiga”.

    Desde la teoría política, el líder liberal identificó las fuerzas de la contienda electoral como de derecha, izquierda y centro. Aunque puede parecer un poco simplista, pues para sustentar dicha calificación habrá primero que indagar la ideología de cada uno y, a lo mejor, no llega ni a sorprendernos la carencia de un esquema ideológico que respalde metas, objetivos y estrategias con vista en el éxito electoral y el ejercicio del poder para el progreso y la properidad del país.

    “El pueblo va a decidir entre una extrema derecha y una extrema izquierda y el centro, que representa Luis Zelaya... Ninguno de los dos extremos son buenos para el país”. Encauzando el agua a su molino, el presidenciable liberal recordó el adagio clásico, “in medio consistit virtus”, “en el medio está la virtud”, pero son tan graves los problemas y tantas las necesidades que, en un ambiente de convivencia civilizada sin polarización, es necesario profundizar y avanzar en los cambios, cuyas dificultades rebasan con creces el simplismo o el camino corto de malos y yo.