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Jugar en el aula

  • 21 mayo 2017 /

“Trump sigue siendo un niño de siete años que anda saltando por todo el salón de clases”.

    ¿Qué pasará mañana? He aquí la pregunta más repetida durante poco más de cien días del presidente Donald Trump en la Casa Blanca. Los imprevistos, las sorpresas y hasta la autoconsagración de víctima van marcando la agenda interna presidencial porque la externa o los asuntos de la geopolítica es un ajedrez o damero chino. En la edición del viernes, en el artículo Cuando al mundo lo lidera un niño, hallamos la clave para comprender lo que está sucediendo en Washington. “Trump sigue siendo un niño de siete años que anda saltando por todo el salón de clases”, y apunta el columnista David Brooks “la inmadurez se está convirtiendo en la nota dominante de su presidencia y la falta de autocontrol, en su leit-motiv”.

    Un criterio personal que está respaldado por el día a día son las interrogantes del qué, el cómo y el porqué. No había terminado el revuelo de la fulminante destitución del director del FBI cuando explota la entrega de información a Moscú, afectando la confianza y, desde luego, cerrando puertas porque los secretos confiados son encauzados por caminos que pueden llegar a manos de enemigos. Lo proporcionado por la Inteligencia israelí a los norteamericanos puede terminar a través de Moscú en Irán o en el avispero de Siria.

    Que el presidente tenga poder para desclasificar y compartir información no se niega, aunque en principio sus más cercanos colaboradores negaron los hechos que, poco después, quien en conferencia de prensa con los periodistas sale con “no, no, siguiente pregunta”, lo confirmó con un “tiene todo el derecho”. Nadie se lo niega, pero el encontronazo con los aliados tradicionales, los países europeos, ya ha evidenciado las consecuencias. Desde Alemania una fuente oficial señaló que su país “podría dejar de compartir información secreta con Estados Unidos, si al final va a seguir llegando a Rusia”.

    Problemas internos de altos quilates, tan calientes como en los tiempos del Watergate, según el senador John MacCain, pero el niño sigue jugando en el salón de clase. Y graves dificultades en el exterior que se reflejarán ya en su primera salida en el viaje a Arabia Saudita e Israel. Cuando al mundo lo lidera un niño son infinitas las sorpresas, por todas ellas con fuente en la inmadurez que se enclaustra en sí mismo en búsqueda de la clave para caer bien en todo momento.

    Y mañana ¿qué? La polémica en la capital norteamericana y en su propio partido ya está servida con advertencia en el horizonte de un proceso político que sustituya por una persona madura y con autocontrol a quien se defiende como víctima “de la mayor caza de brujas contra un político en la historia de Estados Unidos”.