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Aprovechar el tiempo

  • 29 abril 2017 /

El tiempo ha sido y seguirá siempre siendo un recurso escaso y valioso.

    Recién pasada la Semana Santa el calendario nos ha mandado de nuevo a descansar en este fin de semana largo. Dada la circunstancia se vuelve necesario que todos reflexionemos sobre la mejor manera de aprovecharlo, de modo que no solo sean unos días en los que la actividad laboral se detiene sino un tiempo en el que resultemos enriquecidos como personas y como integrantes de una familia.

    Lo peor que puede pasar en este feriado es que nos dediquemos a “matar el tiempo”. Aunque la metáfora se ha usado durante siglos no deja de ser un verdadero crimen dejar que los minutos, las horas y los días se nos escurran sin haberlos aprovechado adecuadamente, sin haber hecho un uso inteligente de ellos.

    El tiempo ha sido y seguirá siempre siendo un recurso escaso y valioso. Además, transcurre de manera casi imperceptible, de modo que las oportunidades para sacarle provecho se suceden sin solución de continuidad y muchas veces caemos en cuenta de ello cuando es demasiado tarde. Las hojas del calendario caen una tras otra y, la verdad, es que el tiempo perdido es irrecuperable.

    ¿Qué cosas podríamos hacer para sacarle el jugo a este fin de semana? Muchas. Primero, habrá que descansar. Pero descansar no consiste en no hacer nada sino en cambiar de actividad. Se descansa cuando uno se mantiene ocupado, realizando acciones desacostumbradas. A veces durante la semana no se puede salir a caminar, pues ha llegado el momento de hacerlo; también los días pasan sin que visitemos a los amigos o a la familia extensa, estos días son propicios. Tantas veces el trajín nos impide sentarnos a escuchar al cónyuge o a los hijos, la oportunidad se presta. La ocasión de comer juntos los tres tiempos, de cocinar en familia, de salir a tomar un café, que ahora los hay tan buenos, es ahora.

    El asunto es evitar que llegue el martes, miremos hacia los días recién pasados y concluyamos, con dolor, con frustración o con amargura, en que los hemos desaprovechado.

    Y no esperemos que el hacer buen uso del tiempo libre es algo que surja de forma espontánea o improvisada. Hace falta pensar, planificar, prever y tomar decisiones. A la vida hay que ponerle intención, hay que saber guiarla, orientarla, ponerle un norte, definirle objetivos. Carpe diem, decían los antiguos latinos, porque hay que exprimir el tiempo, hay que vivir cada momento con la intención e intensidad debidas, porque estos minutos, estos días, no volverán nunca; estos minutos, estos días, son irrepetibles.